Columna


UDC: 183 años de prosperidad académica y científica

RICARDO VÉLEZ PAREJA

11 de octubre de 2010 12:00 AM

RICARDO VÉLEZ PAREJA

11 de octubre de 2010 12:00 AM

Pocos pensaron que el Convento de San Agustín –construido en 1580 con las piedras extraídas de Arroyo de Piedra y las calizas– diera como resultado que la hermosa y colonial edificación del Centro Histórico de Cartagena se transformara en el Colegio de Bolívar o Universidad del Magdalena y posteriormente Universidad de Cartagena, por decreto del Llibertador Simón Bolívar y de Francisco de Paula Santander en 1827. Es la misma donde estudió y se graduó de jurisprudencia Rafael Núñez, quien en 1850 fue su rector magnífico que cuestionó la decisión del gobierno central de que no eran necesarios los títulos de profesional del derecho y medicina para ejercer estas actividades en Colombia. Por sus presiones e influencia política logró que el Legislativo exigiera los títulos profesionales para ejercerlas. El pasado 6 de octubre, nuestra Alma Mater celebró sus 183 años de existencia, convertida hoy –después de magníficas rectorías, siendo actual la del doctor Germán Sierra Anaya– en una moderna universidad con 9 facultades, 16 programas, centro de investigaciones, de admisiones, registro, control académico, informática, postgrados, documentación, relaciones externas, recursos educativos para el área del Caribe, telecomunicaciones, capacitaciones, publicaciones, audiovisuales, UDC radio (99.5 FM que oigo cada día) y TV 29, con una magnífica Unidad de Bienestar Universitario para la formación y enaltecimiento cultural y científico de sus estudiantes y de la comunidad de Cartagena y Bolívar, bajo el lema “Siempre a la altura de los tiempos”. Dentro de la programación hubo misa, conciertos a cargo del maestro Francisco Zumaque y el reconocimiento a 90 docentes y trabajadores administrativos por sus 20, 30 y 35 años, habiendo recaído en mi persona este último, como docente en la Facultad de Derecho. Tuve el honor de decir una breves palabras en representación de los homenajeados que trataré de resumir en esta columna. Invoco con nostalgia alegre mi conocimiento de la Universidad a través de mi padre Ignacio (QEPD), a quien siendo niño veía levantarse a las 6 de la mañana para dictar su cátedra de Obligaciones en la Universidad donde se graduó y de la cual fue Secretario de Facultad, Vicedecano y Rector encargado. Cuando ingresé a la facultad a estudiar derecho, conocí a través de algunos compañeros, que había pobreza. Ello me llevó a tomar conciencia política y a luchar por la sociedad utópica del socialismo, que me llevó a la expulsión y a la cárcel, a pesar de que nunca solté piedras sino ideas. Al final de los años 60 y principios de los 70, la UDC era centro de actividades culturales, políticas, concursos literarios, participé como actor en el Teatro Heredia, aprendí en los cineclubes a degustar el buen cine. Mi amor a las letras nació en esos días y por ello he mantenido esta columna 30 años y llevo publicados 7 libros de poesía, de ensayo jurídico y poético, y mi última novela “La divina puta”, que será llevada al cine. Además de la formación humanística y profesional, aprendí los valores de la ética en la conducta humana y que si bien no soy un hombre rico en dinero, vivo la vida buscando siempre cómo enriquecer cada vez más mi espíritu. *Abogado, docente y escritor rivelpa@yahoo.com

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