Columna


El presidente Juan Manuel Santos con-tinúa imperturbable su campaña de con-quista de adhesiones y aplausos.Es cierto que conquistó buenos rendi-mientos en los sectores antiuribistas que vieron un cambio vivificante en todo lo que contradijera, real o simbólicamente, al an-tecesor. Es cierto que todavía sus acuerdos para la prosperidad le concitan publicidad y respaldos.
Pero también es cierto que ese éxito que registra como político no lo muestra como administrador. La nueva Colombia no apa-rece en los hechos de este gobierno. Hasta ahora es solo frases.
Las realizaciones del ejecutivo son lán-guidas frente a los anuncios. Ya el invierno volvió y otra vez el país está impreparado. Los recursos apropiados no se han inverti-do. Es decir, ha fallado el ejecutivo. Esta vez no podrá echarse toda la culpa a la na-turaleza; la incuria humana, y en singular la del ejecutivo, tendrá parte capital en la res-ponsabilidad por los males que agobien a la población por inundaciones, derrumbes y demás causas conectadas con el exceso de aguas llovidas.
En el campo social la erosión es visible. La marcha de empleados cumplida el vier-nes 6 es más que una alerta. Puede ser el inicio de una cascada de desahogos del des-contento popular. La cerril oposición uni-versitaria a que se estudie una reforma de la educación superior es un inquietante reto, así se piense que existe mucha injusticia en el movimiento de protesta.
La sensación general de inseguridad se acrecienta. Entre tanto, el ejecutivo da mar-cha atrás, para complacer a las Cortes, en el proyecto de fuero militar; si bien la actitud es la de decir que se tratará por separado, esa separación induce a pensar que el go-bierno tiene poco interés en luchar porque las gentes que en las selvas y en las monta-ñas, en las carreteras y en las ciudades, arriesgan su vida por la tranquilidad de los colombianos, tengan un tratamiento judi-cial justo.
La reforma a la justicia va camino de terminar en una solemne rendición ante el miedo de los congresistas a contradecir a la prepotente Sala Penal de la Corte Suprema. Medidas de fondo que trasciendan en re-solver la cotidiana frustración ciudadana de carecer de medios para obtener que se re-conozcan sus derechos parecen fuera del al-cance del texto que se va a discutir.
Eso sí, el Presidente mantiene el control del Congreso con la obediencia declarada del 85% de sus miembros. Todos los parti-dos, menos el Polo, están a su lado, y se ufanan de compartir con él este año de le-yes, acuerdos y declaraciones, pero de pocos hechos que cambien la vida ciudadana.
Sin embargo, pareciera que el pueblo marcha por camino distinto al del gobierno y los partidos adherentes. La inconformi-dad toma cuerpo y en la medida en que el unanimismo político le cierre los cauces de los partidos, en esa misma medida el des-contento popular tomará otros caminos.
Y este descontento surge cuando ya pa-rece agotado el manantial de popularidad que Santos y sus amigos encontraron en el destape de hechos indebidos del pasado go-bierno. Ahora sí, llegó la hora de que el se-ñor Santos muestre que es de veras capaz de administrar bien el país.

*Abogado - Docente Universidad del Sinú – Cartagena

h.hernandez@hernandezypereira.com

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