Columna


Un minuto de silencio

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

25 de octubre de 2011 12:00 AM

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

25 de octubre de 2011 12:00 AM

Hoy tenía muchos temas para escribir. Las inundaciones en nuestros barrios populares que dejaron sumidos en el abandono a cientos de familias; las próximas elecciones a la alcaldía, el foro sobre los “retos del Caribe” y las oportunidades para los investigadores.
Perdónenme que los deje en el tintero. Necesito guardar un minuto de silencio. Mi padre, que era el lector más fiel de mi columna, y el más crítico de todos, partió a la vida eterna, llevándose mis palabras y mis argumentos. Callémonos entonces un rato, y dejemos que hablen los poetas. Estos son las personas sabias, que saben expresar como ningunas el dolor y el goce que sienten al recordar a esos seres queridos que se nos adelantaron en el viaje a la eternidad.
Para mi padre, que ya descansa en paz, y a mis lectores, los dejo con las palabras de Erick Bozzi Anderson, el autor de estos versos, emanados de su conciencia infinita, y de su conocimiento profundo del alma de ese ser humano que “tocó” tantas vidas con su amor al trabajo, su sentido del deber, y su amor por Cartagena, la ciudad donde dejó la huella de sus obras de ingeniería que identificaron su visión de la vida y su alto sentido de la ética y la responsabilidad.
“Caminé muchas veces con mi padre
A la hora imprecisa en que el atardecer
se lo traga todo.
Los pájaros del mar esperan ese momento
Para ir con su leve rumor a esconderse
con el día.
Hablábamos de todo mi padre y yo.
El hombre es un excelente caminador y
un conversador sin igual.
Me hablaba de sus sueños, (había querido
ser hombre de mar)
De su infancia.
Hablaba de la vida,
Pero siempre reprimiendo una ternura
infantil
Que muy pocos han llegado a conocerle.
Hablaba de las muchachas que alguna
vez endulzaron su vino
O de su padre…;
Nunca sabré para qué me contaba aquellas
cosas,
Si para conocer mejor a su padre,
Para conocerse él mismo
O para que yo entendiera por qué a veces
me siento tan melancólico
El caso es que caminábamos durante
horas
Por las murallas de la ciudad vieja, res
pirando mar,
O subíamos a la colina a ver el cansancio
de las ambiciones
urbanas hacerse y deshacerse
Entre la oscuridad y los neones temblorosos.
A veces yo pensaba que uno tiene que
hablar de estas cosas
Para imaginarse lo que podrá pasar mañana.”

*Directora Unicarta

saramarcelabozzi@hotmail.com

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