Columna


Una jugada de tahúr

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

28 de octubre de 2011 12:00 AM

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

28 de octubre de 2011 12:00 AM

El país conoce que las opiniones de Angelino Garzón desconciertan e irritan al Presi-dente y a los ministros. Aunque le piden pru-dencia, no se contiene. Alardea de su inde-pendencia, contradice las estadísticas e inter-fiere el desarrollo la agenda del Gobierno. Por eso Juan Manuel Santos perdió la paciencia y, para que no continúe incomodando, ahora se empeña en conseguirle oficio lejos de aquí. En efecto, anunció el viernes anterior que ha-ce gestiones para que lo elijan director ejecu-tivo de la Organización Internacional del Trabajo: con el pretexto de que merecemos ocupar una dignidad en el organismo, lo postuló y manifestó que pediría apoyo al pre-sidente Obama.
A diferencia de lo que ocurre en otros lu-gares, aquí presidente y vicepresidente discre-pan en los enfoques y en las simpatías. Nadie esconde que la pareja se conformó con fines electoreros, aupados e impuestos por el furor del unanimismo y para atenuar la desconfian-za que generaba en los sectores populares el comprometimiento de Santos con el neolibe-ralismo. Angelino estimó que eso le permiti-ría cogobernar. Y se dio a la tarea de batallar para imponer su criterio. Detuvo el aumento de los requisitos para obtener la pensión de vejez y logró que se elevara el salario mínimo. Esto arruinó la armonía.  
Antes, en una columna de mediados de año, manifesté que las controversias por fuera de la sede del gobierno provocaban la sensa-ción de deslealtad y de ruptura de la unidad que Juan Manuel Santos quería preservar du-rante su mandato. A pesar de que sigo consi-derando igual, ahora comprendí que el vice-presidente las propicia para aplicar el dina-mismo que se requiere para sobrevivir en po-lítica: servir a los jefes sin perder la identidad para consolidar el fortín. Esa es la razón por la que lo distanciarán, a través de una manio-bra que no le dejará alternativas. Otro galar-dón para el sindicalismo.
Es una dignidad que no se puede rehusar, a pesar de las preferencias que se tengan por lo local. Eso explica por qué se apresuró a reafirmarse como vicepresidente y no se le notó júbilo cuando reconoció el honor que implica la designación. Sabe que de partir pa-ra Ginebra su poder disminuirá. Ya no podrá desarrollar su ideario, ni habrá dentro del Gobierno quien haga críticas cuando se re-corten los beneficios sociales. Tampoco se re-cibirán reproches desde afuera por los excesos del díscolo. Además la unidad recobrará la tranquilidad e impulsará sin estorbos la agen-da en beneficio del capital. Todo un jaque mate al hablador.
Nota aparte: Al momento de escribir to-davía no circulan autos por las calles 20 y 21 ni por la carrera 20, ni se vislumbra la posibi-lidad de que eso ocurre, a pesar de que ya el pavimento cubre las vías. Las obras comple-mentarias distan de concluirse. No obstante, nada se hace para garantizar la seguridad y la tranquilidad de quienes caminan por el cen-tro. Lo afirmo porque, aunque está prohibi-do, no sólo los vendedores de comestibles, verduras y frutas atraviesan sus carretas en cualquier lugar, sino que los conductores de motocicletas circulan por entre los puestos de venta y al lado de los peatones.
Los informales se tomaron el sitio. Es un anticipo de lo que será la gran plaza que el al-calde Paternina parece construir para ellos y que inaugurará antes culminar su gestión.

*Abogado y profesor universitario.

noelatierra@hotmail.com

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