Columna


Esperaba que el Consejo de Estado anulara la elección de la Fiscal. Sin conocer de la demanda más que lo transmitido por la prensa, me parecía suficiente razón la manera como fue elegida, cuya precariedad jurídica evidenció el magistrado Jaime Arrubla Paucar, a la sazón presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Arrubla, brillante tratadista de derecho privado, enrostró la fragilidad del recurso de variar la interpretación del reglamento de la Corte para hacer posible la elección de Fiscal con solo doce votos, tomando como total de integrantes de la Corte a los dieciocho magistrados presentes y no a los veintitrés que la conforman. Advirtió, con contundencia, que sólo en esa ocasión y para esa elección admitía esa interpretación. Sus palabras fueron:
“Voto afirmativamente. No obstante, en esto quiero aclarar me parece que la interpretación correcta es sobre 23 votos, porque esos son los miembros de la Corte. Sin embargo, donde estoy puesto por destino, por casualidad, me toca percibir lo que está sucediendo hacia afuera. Lo ideal para mí era que hubiéramos salido con 16 votos y que no hubiéramos tenido que hacer ninguna interpretación”.
”Dentro de los males que ocasionaría esto, uno que la decisión va a ser demandada, va a ser criticada, y otro, que la Corte no salga con nada porque no surtieron efectos los mecanismos que pusimos en marcha y que debieron haber arrojado por lo menos 16 votos (...), creo que entre esos dos males para la Corte, opto por interpretar positivamente esta propuesta. A pesar de que, repito, yo mismo tengo mis reservas.
“Eso sí, lo hago por esta sola vez y para que salgan estas votaciones. Si no salen, tampoco vuelvo, ni quedo obligado a seguir interpretando de esta manera”.
En la madrugada del 2 de diciembre de 2010, Vivian Morales obtiene catorce votos, dos Juan Carlos Esguerra, y dos se depositaron en blanco. La interpretación oportunista, como traje a la medida, estaba consumada y aplicada.
No hubo conjura ni complot uribista. No. Fue la obra de una Corte hondamente dividida por motivos humanos, demasiado humanos y no declarados. Baste saber que desde enero a noviembre de 2010 los magistrados no lograron acuerdo ni siquiera para elegir su presidente: Arrubla era un encargado y en esa calidad perduró de enero a diciembre. Y en el instante de elegir a Vivian Morales, estaba la Corte empantanada para elegir cinco miembros de su seno.
La situación fue muy distinta en 1985, cuando el M19 asesinó a la mitad de los magistrados. Entonces, había imposibilidad absoluta de conseguir 16 votos, pues a los muertos solo la Corte podía nombrarles reemplazo y la Corte estaba disminuida. La única solución posible era que los supérstites eligieran, pues la Constitución tampoco preveía otro mecanismo.
Empero, para elegir a Vivian Morales, la Corte acomodó la interpretación de su reglamento, en lugar de reformarlo con el trámite debido.
Por ello, opino que la sentencia del Consejo de Estado no construye una puerta falsa para sacar a Vivian Morales de la Fiscalía. No. Esa sentencia certifica que ella llegó a la Fiscalía por una puerta falsa que, con poco arte, le abrió la Corte Suprema de Justicia.

* Abogado – Docente Unisinú - Cartagena
h.hernandez@hernandezypereira.com


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