Columna


Una reunión provechosa (II)

MIGUEL YANCES PEÑA

19 de diciembre de 2011 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

19 de diciembre de 2011 12:00 AM

Uno de los problemas que surgen a la hora de proponer ideas novedosas, sobre todo en el campo de la ingeniería -a pesar de que simbolizamos el “ingenio”- es que todo lo codificamos y lo volvemos norma; como hacen con las leyes y los procedimientos médicos; y eso nos impide innovar.
Por supuesto que no se puede generalizar, pero es la conducta predominante donde quiera que miremos. Aprendemos de los libros y no de la vida, cuando debería ser de ambos. En lugar de ser empíricos somos académicos; en lugar de ser creativos somos dogmáticos. Afortunados los artistas, científicos e inventores, que no tienen ese tipo de limitaciones.
No es que desprecie el conocimiento de nuestros antepasados acumulado en libros y normas, si no que hoy valoro también un principio que en mi época de universitario no entendía: que el conocimiento viene de la práctica, y que los libros no hacen más que recogerlo y transmitirlo a otros.
Eso por un lado limita la creatividad; y por otro, el temor al fracaso y sus consecuencias castra el espíritu innovador de muchos: ningún empleado intentará soluciones no probadas, y los consultores no están interesados en soluciones de mínimo costo: esa señal llega al dueño del negocio; y en las grandes corporaciones, a nadie; a menos que la esencia del negocio sea innovar. Por eso terminamos siendo “copiones” y nos privamos del placer y el orgullo de ser diferentes; y por eso la subtransmisión eléctrica en la ciudad seguirá siendo a 66 mil voltios.
Si nos permitiéramos ser originales, tal vez ya alguien hubiera tomado en serio el rediseño de las estructuras que soportan las líneas de 66 mil, con el fin de tensionarlas a 110 y resolver los conflictos de sobrecarga en el anillo, a un menor costo y de manera mas eficaz que la polémica línea a 220.
Pero dado que ya la línea está construida, y sólo falta el tramo urbano (el de la polémica ambientalista) se presenta una nueva disyuntiva, y es la de si el sistema aguanta hasta que el cable de potencia para el tendido subterráneo pueda ser fabricado, o si no; en cuyo caso la conexión de la línea es inaplazable y el tendido aéreo (provisional) imperativo.
Hay quienes dicen que si, que los tiempos de fabricación del cable se pueden acelerar pagando mas, y quienes dicen que no, que la ciudad se vería abocada a “fuertes y prolongados racionamientos”.
No obstante soslayando la polémica de si si, o si no, el tendido aéreo provisional le traería beneficios a la ciudad, pues tendría que erradicar viviendas familiares que demandarían vivienda de interés social, reactivando la construcción de VIS, en una franja de 36 metros a todo lo largo de la ruta de la línea (la servidumbre). Esta oportunidad, es junto con la idea –desechada- de construir Transcaribe por la Avda. Pedro Romero, y los megacolegios del otro lado de la vía perimetral, otra de recuperar la zona, que no debemos desperdiciar.
El permiso podría ser concedido por la autoridad ambiental, con la presentación de la orden de fabricación del cable, y el contrato de su tendido. La única preocupación sería quien asumiría los costos, si ISA, la ciudad o la nación.
Seis años, son un segundo, frente al tiempo que se requeriría para recuperar toda la zona suroriental.


* Ing. Electrónico, MBA, Pensionado de Electricaribe

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