Columna


Unión o voto en blanco

ÓSCAR COLLAZOS

10 de septiembre de 2011 12:00 AM

ÓSCAR COLLAZOS

10 de septiembre de 2011 12:00 AM

Primero dijo que lo iban a financiar 40 amigos que pondrían 20 millones cada uno; que pediría un préstamo por 200 millones, que lo demás vendría de pequeñas donaciones. Ahora los amigos no son 40 sino 30 de a 30 y el préstamo es de 100. 
Cuando le preguntaron en el foro de TwittCam de El Universal por el nombre de los amigos y la cantidad de sus aportes, pasó agachado. Respondió que “siempre se preguntan por la financiación, a mí me financia es el pueblo, aquí no hay compromiso.” ¿El pueblo pobre financiando al candidato que está pactando con los ricos y políticos corruptos de siempre?
Se declaró “campeón” en casi todo. El Mesías vengativo dijo que si se le ofende o humilla a él se está ofendiendo y humillando al pueblo. Mejor dicho: ¡el pueblo soy yo! Luego demostró conocer mejor que un mototaxista los rincones de la ciudad pobre. 
Chicaneó diciendo que estaba en mejor forma atlética que sus rivales, como si le estuvieran preguntando por la fortaleza de los tejidos adiposos. No asistía a ciertos debates porque no quería que le cayeran en gavilla. Pensé entonces que el candidato, una persona que aprecio por sus bondades radiofónicas, no estaba en el foro de un periódico sino en el púlpito del predicador.
Lo vi en su página web entre pobres, negros, mulatos y mestizos, la gente que le hizo el llamado el día que Dios se apareció a proponerle que se sacrificara por su pueblo. No vi un solo blanco en la foto, ni un solo rico, aquellos que se reúnen con él. ¿Es posible que se avergüence de los blanquitos ricos que lo apoyan, que lo tratan bien en el Club pero que jamás lo invitarían a sus fiestas privadas? Es posible: el candidato es un instrumento de ellos. 
Hace  un mes dijo que tenía el secreto para construir 600 casas en San Francisco y salió con la viveza de que lo revelaría después de las elecciones. Dijo que sus declaraciones lo fortalecen, pero resulta que muchas “declaraciones” han sido mentirosas y la mentira fortalece al demagogo.
El campeón de los milagros sociales se cree alcalde y armó “la selección Cartagena” de su gabinete. ¡Lástima que se le haya “volteao” como arepa la ex registradora Fortich!  Este triunfalismo de homerun con bases llenas pone al descubierto a una buena persona, no lo dudo, pero también a un mitómano devorado primero por sus benéficas intenciones y ahora enceguecido por los reflectores del poder.
Le sigue detrás otra candidatura, cuestionada por sus amistades peligrosas y el caudal clientelista que se le estaría sumando en el Concejo y en la ruta que conduce del Capitolio Nacional a la Picota y de allí a Magangué. Sin embargo, siguen vivos buenos candidatos, discretos por lo serios. Ellos podrían llegar a acuerdos programáticos y librar a la ciudad del catastrófico salto atrás.
La responsabilidad de Carlos Díaz, Miguel Raad, Dionisio Vélez, Roxana Segovia y los restantes consistiría en pactar una sola candidatura e ir a las elecciones con una Alianza por la Transparencia. Si no se produce esta alianza, quedará la alternativa del voto en blanco limpio y desinteresado. Pero sería preferible perder honradamente que ganar con la demagogia y gobernar con la corrupción.

*Escritor

salypicante@gmail.com

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