Recién iniciada, la actual administración Distrital presentó como propio y de manera rimbombante (para impactar), un proyecto de vivienda de interés social (VIS) consistente en la construcción de 15 mil unidades habitacionales para entregar antes de terminar el 2011, que luego fueron 25 mil.
Nos pareció una exageración propia de la inexperiencia (y la vanidad) de algunos gobernantes, que piensan que las cosas se logran sólo con desearlas y anunciarlas.
La realidad ha sido otra. El proyecto no es de la alcaldía sino de la Fundación Mario Santo domingo; en el terreno no hay –hoy- siquiera mil unidades construidas, pocas están habitadas, y el conjunto se ve desolado y sus zonas verdes abandonadas. No sólo han sido los problemas de logística (imposible construir tanto en tan poco tiempo), sino de falta de recursos públicos (subsidios), pero principalmente de ausencia de demanda.
No es que no haya necesidades (demanda potencial), sino que la población objetivo (trabajadores domésticos e informales), primero, no cumplen los requisitos financieros exigidos; segundo, sus familias no caben en 40 metros cuadrados; tercero, quedarían muy lejos de sus sitios de trabajo (centro y estratos altos: es mentira que ellos vivan del intercambio con sus vecinos tan pobres como ellos); y cuarto, como consecuencia de lo anterior, y con el fin de mantener vivo el proyecto, la alcaldía ha estado adquiriendo viviendas para entregar gratuitamente a las familias desplazadas por la violencia, o por la falta de oportunidades en el campo; y reubicar a las que viven en zonas de alto riesgo.
El resultado ha sido que los que podrían lograr el ahorro para la cuota inicial, así sea con la ayuda de sus patrones (casi 4 millones de pesos), y ser objeto del subsidio y el crédito, consideran que la ciudadela está muy lejos, es peligrosa, y socialmente inferior a sus aspiraciones. Por eso no hay demanda real y las obras no avanzan: las viviendas no se construyen para vender, como sucede con los bienes de consumo masivo, sino que se construye lo que ya está vendido, como en los proyectos de vivienda de los estratos más altos.
Si algo no se modifica, terminará el Gobierno de Santos, y el de nuestra próxima alcaldía sin ver este ambicioso sueño realizado. Para empezar la Fundación debe revisar los diseños urbanísticos y arquitectónicos para hacer la ciudadela más atractiva, pero es el gobierno quien tiene las tareas más apremiantes.
Para empezar, Transcaribe debe llegar hasta la propia ciudadela, de modo que el trayecto a sus sitios de trabajo no les tome más de 30 minutos; y ya se deberían estar acometiendo las obras. La seguridad debe estar garantizada. La infraestructura y los servicios básicos, como centros de salud, colegios, canchas deportivas, aseo, recolección de basuras, y casas de la justicia con todos sus servicios, entre otras, deben ser acometidas con prontitud, si se quiere que la gente la vea como sitio atractivo para vivir.
Por otro lado la alcaldía debe ayudar a crear comunidad y organizar cooperativas para el buen cuidado de jardines y equipamento del espacio público. Si estas condiciones mínimas no están garantizadas previamente, me temo que pasaran muchísimos años antes de que tengamos la ciudadela terminada.
*Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe
movilyances@gmail.com
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