Columna


Visión de Ciudad

ORLANDO DEL RÍO PÁJARO

21 de enero de 2011 12:00 AM

ORLANDO DEL RÍO PÁJARO

21 de enero de 2011 12:00 AM

¿Con qué propósito seguiremos construyendo nuestras ciudades? Da la impresión de que en este siglo XXI la razón de ser, es tener una imagen de marca con base en la cual se venda como cualquier producto o mercancía. Esa imagen pareciera que le diera sentido al futuro de las mismas y nos acercara a la competitividad, tan necesaria.Esta competitividad, enmarcada en una economía racional de mercado, se trabaja  con un pensamiento muy apegado a las teorías de estrategia empresarial y de marketing. La ciudad no debe repensarse sólo en esos esquemas donde la venta es lo más importante, dejando a un lado aquellos aspectos relacionados con calidad de vida. En esta impronta,  el sentido debe orientarse a hacer de ellas un centro de convivencia social, que potencie al ciudadano para que alcance un estado de bienestar, en una urbe sustentable, usando las cosas materiales como medios para lograr un progreso compartido.
No resulta nada fácil declarar sobre los pilares de desarrollo de la ciudad contemporánea y sobre cuál debería ser su función. Sin el ánimo de hacer una declaración de última palabra en la orientación del desarrollo de nuestras ciudades, es conveniente que se tengan en cuenta cinco grandes retos o desafíos:
• Inclusión social (sostenibilidad social, basada en un patrón de desarrollo que asegure la satisfacción de necesidades básicas y los objetivos del desarrollo humano).
• Competitividad (sostenibilidad económica, basada en una capacidad de crecimiento que asegure empleo, como uno de los principales desafíos actuales).
• Sostenibilidad (sostenibilidad ambiental, basada en un manejo sostenible del ambiente urbano).
• Gobernabilidad (creación de lo público, mecanismos de participación, legitimidad de las principales instituciones, etc.).
• Una visión clara de su futuro (la estrategia de desarrollo de una ciudad se puede basar en la identificación, medición y desarrollo de los componentes de su oferta de valor y en organizarla como un arreglo propio y atractivo. Esto último debe ser hecho de tal forma que estos intangibles de conocimiento puedan contribuir a la creación de valor en su región).
Estos retos remiten a problemas tan apremiantes como el de desarrollar “cadenas productivas competitivas” que tengan arraigo regional, que se interrelacionen, que sean incluyentes, caracterizadas por sistemas de valor basados en conocimiento.
Un segundo tipo se refiere a la decisión que se debe tomar con relación a qué le vamos a apostar en términos de sectores de la producción o de actividades productivas. Por ejemplo, ¿nos vamos a concentrar en el aprovechamiento de los recursos naturales renovables que pueden crecer en la región, integrando en dichos sectores el uso intensivo de las nuevas tecnologías o la biotecnología, como es el caso del modelo de Malasia o de Chile (v. gr., frutales, palma de aceite, recursos forestales, salmón y otros productos naturales de alto valor agregado e intensivos en conocimiento)?; o ¿nos vamos a concentrar en dinamizar procesos de innovación y de emprenderismo a partir del desarrollo de clústeres regionales estrechamente relacionados con las nuevas tecnologías que por su carácter “transversal” pueden dinamizar muchos sectores de la producción, como es el caso de Austin, Texas?

*Profesor UTB

odelrio@unitecnologica.edu.co
 

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