Columna


El próximo domingo todos los ciudadanos tenemos un deber insoslayable: votar.
La lucha por la gobernación de Bolívar parece reducida a los candidatos Juan Carlos Gossaín y Rosario Ricardo Bray; de ambos escucho buenos conceptos en cuanto a su cultivo intelectual y preparación para gobernar. Empero, de la segunda también oigo que, de ser elegida, no será quien gobierne, pues lo hará su manejador, el exsenador Juan José García. De Gossaín se pregona que su talante indómito impedirá que cualquiera de sus sostenedores pueda imponérsele en el manejo del departamento. Palpo que muchos electores votarán por liberar al departamento de Bolívar de la coyunda política del exsenador.
En Cartagena, se tiene por seguro que Campo Elías gana con holgura la alcaldía. Aunque se teme que las tulas repletas de dinero circunden los recintos de votación y aunque florezcan los conocidos delitos electorales, la ventaja de Campo parece insuperable.
En este contexto, los ciudadanos tenemos la obligación cívica y moral de pronunciarnos con el voto. Predomina el errado concepto de que sufragar se reduce a escoger entre la nómina de aspirantes inscritos para los distintos cargos. No. El voto permite que el ciudadano manifieste su descontento con el estado de cosas, su rechazo a todos los aspirantes y su exigencia de que se postulen personas distintas a las que participan en la contienda.
Tiene inmenso valor el voto en blanco. Hace posible que ningún ciudadano sea un convidado de piedra en la contienda electoral. Es lástima que los ciudadanos que pasan maldiciendo el estado de cosas dejen de usar esta herramienta. Si en lugar de rumiar frustraciones y amarguras, los indignados locales votaran en blanco podrían producir un inmenso remezón.
Soñemos: ¿Qué pasaría si el voto en blanco llegara a ser mayoría en las votaciones para alcalde y concejo de Cartagena, gobernador o asamblea de Bolívar? La más grande revolución democrática imaginable. Todos los actuales candidatos recibirían una sanción inmediata, una muerte política temporal que permitiría un vuelco real, no literario ni nominal, en la dirigencia política de la ciudad y del departamento.
Las elecciones son una oportunidad de afirmar el ciudadano su dignidad y su capacidad de escoger gobernantes. Si los candidatos no son de su agrado, vote en blanco e intente forzar nuevas elecciones con otra baraja de candidatos.
Y si los votos en blanco no hacen mayoría, de todos modos el reproche ciudadano queda consignado y los indignados podrán sentirse satisfechos de haber tratado de depurar los gobiernos regionales y locales.
Lo peor es la abstención. Es la resignación del ciudadano ante lo que otros quieran o impongan. Si estamos indignados con lo que pasa en Bolívar y Cartagena votemos por candidatos virtuosos y si no los encontramos, pues votemos en blanco e impondremos el cambio que tanto reclamamos.
P.D. Arturo Matson Figueroa, abogado experto en derecho público y estudioso de la historia, nos regala una nueva obra de su talento. Visiones de historia es una serie de páginas históricas y de análisis político y social que, dadas la pureza del lenguaje y la claridad de las ideas, se lee con agrado. Recomiendo su provechosa lectura.
Abogado –Docente de la Universidad del Sinú -Cartagena h.hernandez@hernandezypereira.com

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