Columna


En la pasada jornada electoral, muchos ciudadanos descontentos con los candidatos optaron por el voto en blanco en forma directa y clara. Otros prefirieron introducir tarjetones sin marcar preferencias, como quien dice: ningún candidato me sirve. Para la alcaldía de Cartagena se consignaron 22.233 votos en blanco (7,69%) y 18.966 (6,03%) tarjetones sin marcar; para la Gobernación de Bolívar 52.238 (8,33%) electores votaron en blanco y 117.240 (15,50%) no marcaron el tarjetón; para la Asamblea de Bolívar 66.478 (10,87%) lo hicieron en blanco y 109.831 (14,59%) marcaron el tarjetón; y, para el Concejo de Cartagena 18.922 (6.64%) optaron por votar en blanco y 18.131 (5.69%) por no marcar el tarjetón.
Los tarjetones sin marcar pueden ser interpretados como desentendimiento para con todo partido, movimiento o candidato. No son votos nulos pues no yerran en marcar preferencias; son votos displicentes: allí va el tarjetón tal como me lo entregaron pues nadie me convence.
En resumen, para la Gobernación, casi 170.000 electores dijeron: no me gusta ningún candidato; y lo propio hicieron 176.309 para Asamblea.
La no coincidencia de los guarismos de votos en blanco y tarjetones no marcados para cada opción, autoriza a pensar válidamente que son votos de electores deliberantes. Estas cifras deben inducir a una reflexión serena por parte de partidos y movimientos, candidatos ganadores y perdedores. Cada nuevo día el pueblo es menos engañable, cada nueva elección las personas deliberantes aumentan y el futuro electoral no puede seguir basado en la compra de caciques y electores ni en propaganda mentirosa. El pueblo despierta y es menos dócil, es menos masa.
Dos engendros constitucionales con sus perniciosos efectos quedan a la vista: el voto preferente que fragmenta partidos, alienta el transfuguismo, determina violación de topes electorales y la compra de votos; y, las suplencias en su nueva forma de que los no electos hagan cola para ocupar curules que el pueblo les ha negado, y que convierte en mercancía vendible los puestos en la lista que se sabe no tienen esperanzas de ganar curul.
Extirpar en la Constitución este par de figuras viciosas será una gran contribución al robustecimiento de los partidos y movimientos así como un saludable medio de controlar el desmesurado gasto electoral que impulsa al saqueo del erario por los vencedores para recobrar su inversión. Sin el voto preferente podría establecerse que salvo en consultas o primarias, sólo los partidos y movimientos puedan recaudar fondos con destino electoral.
P.D. Dentro de los resultados del país, el más llamativo me parece la conquista de la alcaldía de Magangué por el perenne contestatario Marcelo Torres Benavides. Ganó en una de las plazas más difíciles del país por el alto grado de corrupción de las castas políticas dominantes. Ojalá su administración signifique la insurgencia de una nueva clase que consolide una refundación moral y administrativa de esa importante ciudad, víctima de desastrosas administraciones. Marcelo Torres ha sido fiel a sus convicciones y es de confiar que su gobierno sea una verdadera revolución hacia la buena gestión y hacia el interés general. Su éxito podría ser un gran referente para que otras poblaciones de Bolívar se desliguen de las infortunadas prácticas que las mantienen en retraso imperdonable.

*Abogado –Docente de la Universidad del Sinú–Cartagena

h.hernandez@hernándezypereira.com

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