Columna


Se anuncia la construcción y envío de nueva tubería de Noruega hacia Colombia para el malogrado Emisario Submarino de Cartagena. Esa noticia despierta varias consideraciones sobre lo ocurrido y lo que vendrá.
La Alcaldesa se preocupó porque a su administración y al Distrito se les expidiera un paz y salvo engañoso, en una falacia llamada contrato de indemnidad. La repercusión real del fracaso del Emisario en la comunidad no es ni ha sido motivo de preocupación verdadera. Como dije en anteriores oportunidades, la cacareada indemnidad distrital es trasladarle al aporreado usuario de los servicios públicos, el descalabro que ellos no causaron. Los dineros de los usuarios pagan los errores de contratación, de supervisión y de ejecución en que se haya incurrido; los protagonistas del desastre, como contratantes o ejecutores o interventores, al parecer, sí que están indemnes. ¿Pagaron acaso? Los perdedores son el Distrito y sus habitantes, éstos en su mayor parte pobres de pobreza preocupante.
La reposición de los tubos perdidos y deteriorados ha gastado meses y falta todavía tiempo para que sean instalados en su previsto destino final. Entonces surgen muchas inquietudes que, para alivio de mi ignorancia, también le he escuchado a ingenieros que dicen saber del tema: ¿son los tubos de la calidad requerida para nuestro medio? ¿Quién los ha certificado? ¿Qué pasará mañana, si en funcionamiento el emisario, sobreviene la ruptura de un tubo? ¿Tendremos que esperar seis meses o más para su cambio? ¿Acaso una vez instalados los tubos se vuelven irrompibles?
El Emisario Submarino sigue su curso subterráneo. Es tema en que los usuarios y afectados no cuentan. Sobre él no se rinden cuentas explícitas. Pareciera secreto de seguridad nacional.
Pero los impertinentes continuamos preguntando: ¿cuánto cuesta la reposición de los tubos, cuánto el fracaso de diciembre pasado, quiénes deben asumir la responsabilidad por ese fracaso, qué cantidad de dineros del pueblo se están tomando para cubrir ese fracaso, qué obras de saneamiento básico dejan de hacerse o se aplazan por tomarse los dineros para cubrir este fracaso, por qué a Aguas de Barcelona no se le pide cuentas del fracaso?
La administración distrital y Acuacar son remisos a dar explicaciones claras, completas y veraces a los usuarios. Quizá piensen que los usuarios no las merecen o no las entiendan. Y hasta hoy parece poco importante para los candidatos a la Alcaldía, como ayer lo fue para los concejales de Cartagena pues no se profundizó sobre el mismo.
Pareciera que el designio de los concernidos –Distrito y Acuacar- es darle sepultura de silencio a este espinoso asunto que compromete a uno y otra, y a lo mejor en ese designio se cuenta con la somnolencia ciudadana tradicional a la hora de exigir cuentas. Apostar a que pronto sea cuestión archivada, está dentro del curso normal de la vida de nuestra ciudad que se resigna a un túnel que no necesitaba, que sigue padeciendo las secuelas del paquidermismo para trasladar el mercado de Bazurto y que no tendrá alientos para una segunda protesta cuando reaparezca el cadáver insepulto de la valorización por beneficio general.

hhernandez@costa.net.co

*Abogado, Docente Universidad del Sinú, Cartagena

 

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