Columna


Windows 7 (129)

CARLOS CRISMATT MOUTHON

30 de junio de 2012 12:00 AM

CARLOS CRISMATT MOUTHON

30 de junio de 2012 12:00 AM

Si bien los lectores de huellas dactilares están soportados nativamente en Windows 7, de tal hecho no se deriva la presunción de ser invulnerables, sino por el contrario da una falsa sensación de seguridad.
Para comenzar, hay que hacer una distinción entre el computador de casa y los que tienen mayor exposición a terceras personas que pueden hacer daño, como en las empresas y en las instituciones educativas. Cuando se trata del hogar, son pocas las posibilidades de un ataque externo para violar la seguridad de acceso al computador. El mayor peligro existe cuando los familiares cercanos quieren fisgonear para conocer información personal, pero eso es harina de otro costal.
Además, el uso del lector de huellas en la casa se hace por comodidad y por un toque de distinción, es decir para sacar pecho frente a parientes y amigos que quedan asombrados ante el nuevo artilugio. Aquí se debe anotar que a pesar de tener instalado un lector, no se anula el uso de la contraseña, ya que a discreción del usuario se puede pulsar en una opción que se presenta en la pantalla para digitarla.
Ahora bien, en el caso de las empresas se ha venido fomentando el uso de estos lectores principalmente para acelerar procesos cuando -por ejemplo- cientos de funcionarios deben marcar su tarjeta de entrada. Lo mismo que en los casos del envío de giros, en que se registra la huella del usuario para mayor rapidez en la autentificación del mismo en la transacción.
Un paso más complejo es cuando se trata de dar acceso a sitios o a computadores que contienen información privilegiada, en donde se trabaja desde hace tiempo en el concepto de la biometría, que se inició con el reconocimiento de las huellas dactilares y después abarcó campos como la lectura facial, vascular, de iris, de mano y de voz.
La gran duda surge de la información recolectada sobre situaciones en que han engañado a estos lectores. Ya anotamos los casos de montar huellas sobre un dedo plástico y el de robar el archivo de huellas e interceptar al lector para cambiar  la huella falsa. Otro ejemplo se mostró en el programa de televisión Cazadores de Mitos -“MythBusters”- en el que los lectores con “CCD” fueron engañados con huellas impresas en papel. Una nota marginal es que algunas personas nacen sin huellas dactilares -una mutación genética conocida como Síndrome de Nagali-, las que no califican para el uso de esta tecnología.
De otro lado, hay quienes privilegian la seguridad de las contraseñas frente a la comodidad de los lectores de huellas. Si visitamos el sitio “howsecureismypassword.net” e ingresamos la contraseña “* *;Yt$/7@mZU9&*-”, nos dirá que un computador personal necesitará 77 millones de años para craquearla. Vale decir, que en la práctica una combinación de unas 10 letras -mayúsculas y minúsculas-, espacios, números y símbolos será más fuerte que cualquier lector de huellas.
Dos nota finales. Quienes opten por el lector de huellas dactilares deben decantarse por la adquisición de aquellos con capacidad de evitar engaños como los ya reseñados. Y los lectores que funcionaban con anteriores versiones puede que no lo hagan en Windows 7, por lo que se debe verificar que sean compatibles con “Windows Biometric Framework”.

*Ex gerente Caja Agraria, catedrático, especialista en audiovisuales.

crismatt@gmail.com

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