Columna


¡Botín! ¡Botín!

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

05 de febrero de 2012 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

05 de febrero de 2012 12:00 AM

La política, hoy día, se hace en función de dinero, no de servicio. Por eso, es normal que a dirigentes políticos que pasaron por alguna universidad sin romperse ni mojarse, o que no pasaron por ninguna, se les antoje ahora tomarse por asalto uno de esos planteles con expectativas de miles de millones de pesos para operar.
Se conoció el anuncio de que la ciencia, la tecnología y la innovación se financiarán con los giros de la regalías, y los agalludos comenzaron a preparar el aterrizaje en la cornucopia de la abundancia. Además de esa novedad tentadora, en el Plan Plurianual de inversiones 2011-2014, la Universidad de Cartagena figura, con los megacolegios Rosedal y Nelson Mandela, entre las instituciones receptoras de plata gruesa. Si la Universidad y los megacolegios quedan en el mismo bolsillo, su dueño emulará con el Sindicato Antioqueño.
La Universidad de Cartagena es, pues, un botín a la vista. Como para que la cuña apriete, ya los “aviones” vuelan sobre el empleo que recauda la estampilla y ansiosos de aplicarle al rector una furca para que bote a la secretaria general, ya que su despacho es el encargado de coordinar el proceso de elección directa dentro del claustro. ¡Quién lo creyera!, la academia desdoblada en máquina de billetes para la macroempresa de origen político mejor organizada del país, con monitores de econometría y chamanes antiescarnio.  
No sé cuánto tiempo falta para elegir rector y decanos, pero ya suenan nombres con herrete en el lomo y vacuna contra la altivez. De manera que pronto vendrán de fuera un nuevo esquema de compras y adquisiciones, otra lista de proveedores, una hilera completa de contratistas conocidos, sobrecostos y sobreprecios, ramplonería con las admisiones y una nómina de funcionarios y funcionarias flotantes de probada abyección. 
Así las cosas, las brechas de inequidad entorpecerán cualquier visión de prosperidad en el futuro, y no será fácil para los ministerios, ni para el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias), garantizar la prelación del interés general por más que parte de la contratación, la que surja de los convenios entre los investigadores y la industria, se le asigne a uno de los fondos nacionales.
Hay tiempo, sin embargo, para evitar la conversión de la universidad en reducto de negocios execrables, pues no todos sus profesores, estudiantes y trabajadores  son fichas de poner y quitar en esta cacería de propiedades públicas que generan utilidades privadas.
Ahora bien, si a despecho de los palos que se le pongan en la rueda a esa toma por asalto perdemos la universidad para lo que es y significa, que no olviden los caballeros y damas que aspiran a colgar en su pecho los collares de la Rectoría y los decanatos, que, así como de lo sublime a lo ridículo hay sólo un paso, del collar a un carcelazo por cuenta ajena también, o, en el mejor de los casos, a un pasaporte y una visa de fugitivo.
Al percatarme de este plan macabro con mi universidad, prendí el televisor con la intención de despercudirme la depresión que me abatió. Y lo logré: vi el video que muestra a Fredy Rendón, El Alemán, dictando clases de poesía en su cárcel de máxima seguridad. Somos un país al revés.  

*Columnista

carvibus@yahoo.es

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS