Columna


¿Dónde se equivocó Hawking?

CARLOS GARCÍA DEL RÍO

30 de septiembre de 2010 12:00 AM

CARLOS GARCÍA DEL RÍO

30 de septiembre de 2010 12:00 AM

Stephen Hawking tiene esclerosis múltiple hemiatrófica, una enfermedad degenerativa, incurable, que afecta los músculos del cuerpo pero que respeta las neuronas cerebrales. No puede moverse y se comunica a través de un computador: es quizás el científico más importante del último siglo y ha pasado la mayor parte de su vida escrudiñando el origen del universo. He leído su libro más popular, Breve historia del tiempo, dos veces. Sin duda es un compendio de erudición y de fenómenos que ocurren día a día y que jamás percibimos, como la posibilidad de viajar hacia atrás en el tiempo, o que la luz que vemos de la estrella más cercana es la que nació hace cuatro mil años. En el libro, además de demostrar científicamente las bases de las leyes que gobiernan el universo, el autor explora el posible papel de Dios en su creación. En conclusión, sin llegar a definir claramente si Dios existe, Hawking da a entender que no es posible descartar que haya habido intervención divina en el origen de nuestro sistema. Todos los seres humanos alguna vez se habrán cuestionado la existencia de Dios y seguramente a todos nos habrá pasado por la cabeza la misma pregunta: ¿por qué estamos aquí? ¿Simplemente, porque si? ¿Porque nos tocó en la ruleta de la suerte? ¿Cuál es nuestra razón de ser? Llevamos milenios cuestionando lo mismo. Stephen Hawking, apartándose de lo que dijo en Breve historia del tiempo, finalmente cree tener claro que estamos aquí por azar. Según él, somos el resultado de la nada, que un buen día se transformó en materia y creó la maravilla que nos rodea. En su última obra, que aún no sale al mercado, The Great Design (El gran diseño), concluye que Dios no fue necesario para crear el universo y éste puede explicarse por sus propias leyes naturales ¿Puede demostrarse a través de teorías físicas y matemáticas complejas, que Dios no existe? Según Hawking, sí. Cree estar seguro de que Dios no creó la vida, que es igual a decir que no existe. Hawking puede equivocarse. Es humano y se ha equivocado otras veces con los agujeros negros. A pesar del respeto que inspira por su sabiduría, no es posible dejar de pensar que este hombre sólo creerá en lo que la ciencia pueda comprobar. Este puede ser el sesgo mayor de los científicos puros: les cuesta mucho aceptar que algunas cosas jamás podrán ser explicadas exclusivamente por leyes inequívocas. Sería ridículo entablar una discusión científica con un hombre que se ha pasado la vida entre los números y la astrofísica. En realidad no debería preocuparme tanto con sus teorías. No creo que 6 mil millones de personas se convertirán en ateos después de que su próximo libro salga al mercado. Seguramente el mundo seguirá igual. Hawking se equivoca y ofrezco excusas al lector por esta osadía de un ignorante. Se equivoca por la simple razón de que Dios no puede ser explicado por las leyes humanas de la física y las matemáticas. Dios, por definición, está más allá del Big Bang y de los teoremas. A Dios sólo podemos aproximarnos a través de algo que la ciencia jamás entenderá: ¡la fe! *Profesor facultad de medicina U de C Investigador grupo Alta tensión cargaries@yahoo.es *Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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