Columna


¿Preparemos nuestro adviento?

ADOLFO GÓMEZ AGÁMEZ

03 de diciembre de 2010 12:00 AM

ADOLFO GÓMEZ AGÁMEZ

03 de diciembre de 2010 12:00 AM

Esta época de Adviento y de preparación para conmemorar la fecha del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, me invita a escribir para la reflexión y después, en otro tiempo escribiremos nuevamente sobre temas dermatológicos y estéticos.
Hay preguntas que jamás tendrán respuesta. ¿Por qué no hice esto o aquello y perdí esa oportunidad?, ¿Por qué no dije no a tiempo y me evité tantos problemas?, ¿Por qué estudié esta carrera para darle gusto a mis padres y no la profesión que verdaderamente quería?
Pero hay una pregunta mucho más importante, que quizá nunca podremos responder: ¿Por qué no ayudé a esa persona que me necesitaba cuando tuve la oportunidad de hacerlo?
Esa respuesta sí pudo ofrecerla el médico epidemiólogo, Mattew Lukwiya horas antes de morir, postrado en una fría cama del Hospital Santa María de Gulu, en el norte de Uganda, un domingo en la madrugada. "Sé que voy a morir, y espero que sea el último..." fueron las últimas palabras que le escucharon las personas que estuvieron a su lado.
Mettew falleció víctima del ébola, la enfermedad que combatió por espacio de catorce meses. Lo contagió un paciente al que atendió días antes. El enfermo, en la fase terminal, desesperado y en un ataque de nervios le escupió la cara. En circunstancias así, el contagio fue inevitable y por lo tanto, lo condenó a morir.
Aunque creció en una aldea sumida en la miseria, se sobrepuso a la adversidad y con esfuerzo concretó el sueño de estudiar medicina. En opinión de los superiores, era un extraordinario profesional, y para sus amigos, un excelente compañero. Su familia le consideraba un padre, esposo y amigo excepcional. Pero murió y lo hizo sirviendo a los demás...
Dar de lo nuestro no es fácil. El egoísmo es uno de los aspectos más complicados de vencer en una persona, bien por su formación, hábitos adquiridos o elementos que sólo desde la perspectiva sicológica se pueden explicar. Tenemos algo y consideramos que es a tal punto nuestro, que no lo compartimos con nadie más. Y allí tenemos un problema. Sólo cuando nos desprendemos de las cosas, somos libres de la atadura que representa el amor desmedido a lo material.
Así lo explicó el apóstol en la carta San Pablo a la comunidad de judíos en la dispersión: "No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque ésos son los sacrificios que agradan a Dios" (Hebreos 13:16)
No es fácil decirle a alguien: "¿Necesita esto? Tenga, es suyo", pero, esa actitud nos libera. Nos lleva a ver la vida desde una perspectiva diferente.
En la práctica tres conclusiones, que serán en adelante principios de vida que transformarán tu actitud frente a ti mismo y frente a los demás: Uno, reconoce que lo material no es todo en la vida, aunque sí muy importante. Pero depender de los bienes materiales, nos puede traer infelicidad más que felicidad.
Dos, entiende que cuando ayudamos a alguien, estamos sembrando para el futuro.
Tres, desde hoy si haces algo a favor de otros, guárdalo sólo para ti. Dios sabe lo que hiciste y te lo recompensará.
Comienza hoy y verás lo bien que te va y después me cuentas.

*Dermatólogo

a_gomezagamez@hotmail.com
 

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