En la campaña presidencial que culminó con la elección del doctor Juan Manuel Santos fuimos partidarios, desde cuando se abrió el abanico de las candidaturas, de que se llegara a un acuerdo con quien, por su origen Liberal, ofrecía las mejores garantías a nuestro Partido, de cara al futuro.
Sustentamos ese punto de vista en el examen que hicimos de las propuestas de los candidatos, y encontramos que en las del doctor Santos estaban contenidas muchas ideas liberales; circunstancia ésta que permitía que se pactara, sin reatos ideológicos y éticos, un acuerdo sobre bases programáticas y dentro de la cual se incorporarían también iniciativas que el candidato liberal, doctor Pardo Rueda, venía exponiendo en su campaña.
No era bueno, además, para la imagen del Partido Liberal, que éste siguiera acumulando derrotas electorales, y sobre todo, que apareciera como una fuerza disminuida hasta los extremos penosos que mostraban las encuestas, inferiores al 5% de la opinión.
Por haber asumido esa postura, se nos amenazó con expulsarnos del Partido, pero, ¡ah las sorpresas que da la vida!, el jefe del Liberalismo y a la vez candidato, doctor Rafael Pardo Rueda, con la derrota a cuestas al instalarse el nuevo Gobierno aceptó pactar la unión con el presidente elegido, doctor Santos, sobre las mismas bases que los liberales disidentes habíamos esbozado desde varios escenarios, el último de ellos, en el Salón Monserrate del Hotel Tequendama, donde el ex senador Darío Martínez Betancur y yo llevamos la palabra, con asistencia del candidato y más de un millar de copartidarios que apoyaban esa posición independiente.
Hoy, por haber adoptado esa política sensata, puede decirse que el Partido Liberal Colombiano está renaciendo como fuerza política importante. En el Congreso, sus voceros están defendiendo iniciativas suyas que se incorporaron a la agenda de la política de Unidad Nacional, como la reparación a las víctimas de los conflictos y el Primer Empleo, y, también, expresando su apoyo franco a la llamada Ley de Tierras y al Estatuto Anticorrupción, que le han dado tanta prestancia moral a la coalición de gobierno.
Son, entonces, otras las expectativas del liberalismo después del pacto de la unidad nacional que antes de él, pues, precisamente, de la coalición acordada y no de la oposición practicada en el pasado reciente, se debe que esté recuperando la buena imagen que había perdido y sin que haya sido indispensable que se le haya dado participación burocrática en las alturas del Gobierno. Y si sigue por ahí, puede convertirse en alternativa real de poder.
Con todo, el PLC no se ha abierto con los sectores sociales, otorgándoles representación adecuada en la dirección del Partido dentro de los parámetros aprobados por la Constituyente Liberal del año 2000, y no haciendo depender solamente su acción política de la bancada parlamentaria.
No hay dudas: en el Liberalismo colombiano se está superando el escepticismo, pues fue acertada la decisión de sus directivas de apoyar a un gobernante de grandes condiciones de estadista como las que ha demostrado tener el doctor Santos y con un talante liberal indiscutible. Como vamos, vamos bien.
*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.
edmundolopezg@hotmail.com
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