Columna


¿Y si volvemos a leer a Marx?

AP

29 de septiembre de 2011 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

29 de septiembre de 2011 12:00 AM

Si se nos diese por volver a desempolvar aquellos textos prohibidos de Carlos Marx, el economista, es más que probable que en ellos pudiésemos encontrar señales y rumbos para deletrear la crisis económica que agobia al capitalismo en su fase superior, el mercado.
Porque todo cuanto hoy está ocurriendo en las economías capitalistas desarrolladas de Europa, Norteamérica y Asia, lo había pronosticado y simulado matemáticamente, con mínimos márgenes de error, el filosofo alemán cuyo legado teórico se mantiene vigente y contradice en tal circunstancia los prejuicios intelectuales, ideológicos y conceptuales que pretenden ignorarlo y pasarlo por alto entre los más brillantes de su especie.
Es verdad que algunas de sus proposiciones, por obvias razones históricas, admiten revisión o revaluación, especialmente las relacionadas con el desarrollo de nociones como fuerzas productivas, modo de producción, plusvalía, pero de ahí a ignorar todo ese imponderable acopio teórico construido por Carlos Marx en función del desarrollo y progreso de la sociedad, casi que resulta vergonzante en un sistema que preconiza el concepto económico como su pedestal y credo.
Desde luego, nadie, en ninguna parte del mundo está obligado a volver por los incunables tomos de El capital, desempolvar sus páginas amarillentas y salpicadas de tiempo y buscar entre ellas las luces que puedan alumbrar aproximaciones, desde luego teóricas, a la crisis, otra entre tantas propias del modelo, por la que atraviesa el capitalismo contemporáneo.
Y no precisamente para derrumbarlo e instaurar en su reemplazo la dictadura del proletariado, otro concepto históricamente revaluable, sino para simular escenarios que puedan dar, quién quita, con una variable que, dentro del modelo, logre sortear las cada vez más repetidas convulsiones que presenta el sistema en sus diferentes estadios y espacios.
Y que, por una de sus leyes inherentes, irradia y contagia todo ese organismo, unidad económica, lo llamaba Lenin, que hoy se conoce como mercado y antes como nación.
Nadie, digo, está obligado a recurrir a Marx para echar de ver soluciones a la crisis que recorre el mundo capitalista, que es todo el mundo conocido, pero sí resultaría saludable el ejercicio por parte de economistas, presidentes de bancos centrales y privados, capitalistas de alta estirpe, aquí en el quinto como en el primer mundo, académicos, y hasta diletantes, que le metan cacumen a la teoría marxista para que exploren cuanto en ella pueda resultarles de provecho.
Es probable que se lleven más de una sorpresa y por ahí, sucesivas aproximaciones y panorámicas muy parecidas a las que hoy se observan en su visual: la recurrencia de las crisis desde los albores mismos del modelo, la demanda contraída frente a la oferta expandida, las limitaciones del consumo frente a la tendencia ilimitada de la producción, los tratados comerciales hoy mas vigentes que nunca y materializados en los TLC.
En fin, hay tanta tela  de donde cortar en los gruesos tomos de El capital, que por la sola nostalgia que inspiran bien merecen sendas ojeada y hojeada. Y hasta una risa sardónica porque hayan sobrevivido a la interminable cacería de brujas, maldiciones y excomuniones que caían como rayos, y no de Damasco, sobre quien osara decir de ellos.
¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!

*Poeta

elversionista@yahoo.es

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