Columna


“Mano al dril”

JORGE ENRIQUE RUMIÉ

22 de octubre de 2010 12:00 AM

JORGE RUMIÉ

22 de octubre de 2010 12:00 AM

En Cartagena tenemos la tradición equivocada de construir infraestructura pública con el bolsillo de todos, pero luego terminamos entregando –por acción u omisión- los activos sin mayores contraprestaciones, lo que resulta un pésimo negocio para la ciudad y sus contribuyentes. Con lo anterior no estoy diciendo que las concesiones privadas sean perjudiciales para el manejo eficiente de nuestro patrimonio, por el contrario, en la mayoría de los casos viene siendo la mejor opción cuando lo público demuestra ineficiencia, indolencia y corrupción, casualmente lo que ya aprendimos con sangre en épocas de antaño, cuando quebramos todos nuestros negocios públicos en la ciudad. Sin embargo, también debemos reconocer que ya existen mecanismos legales que le permiten al Estado hacer negocios con el sector privado, sin recurrir a los recursos del Presupuesto, lo que libera al Gobierno de ciertas políticas tributarias que terminan por exprimir la ubre anoréxica de sus contribuyentes. En el arte de buscar capital privado, lo importante es saber estructurar el negocio con el apoyo de una Banca de Inversión, para que sea atractivo para las partes, y los recursos aparecen. Seguro. Con ello acabamos igualmente con el cuentico de que todos ponemos y luego fulanito lo explota, sin meterse la “mano al dril”. ¿Casos? Bueno, revisemos algunos acuerdos que hicimos con los servicios públicos, por ejemplo. O verifiquemos lo que hemos engendrado por omisión con las playas, plazas, parques, vías y parqueaderos de la ciudad, que se privatizaron por la anarquía y hoy rentan pobreza. O la historia del alumbrado público, que se entregó con una cédula. Un caso reciente es Transcaribe, por ejemplo. Lo venimos financiando -entre todos- con la sobretasa a la gasolina. Y fíjense ustedes, no se percibe el interés -nacional o distrital- de democratizar sus acciones y terminamos en lo mismo: cualquier fulanito explotando el negocio, sin meterse la “mano al dril”. Así de sencillo. De otra parte, preocupa que la Alcaldía involucre en el presupuesto fiscal del próximo año algunas obras por valorización que, por sus características particulares, bien podrían financiarse privadamente sin recurrir al cobro de las contribuciones. Y hago referencia a las ampliaciones de la Avenida Santander y la Primera de Bocagrande. O las obras del Eje 1 y Eje 2, del proyecto Canales, Caños y Lagunas de la ciudad; las cuales, con un poco de imaginación empresarial, adobadas con voluntad política y reglas claras, se pueden financiar solas. ¡Sí, solitas!, con la simple gestión de medir sus diferentes posibilidades financieras vía arriendos o ventas de los predios recuperables en los proyectos. Además de la explotación comercial y turística de sus espejos de agua en actividades como transporte acuático, muelles náuticos, parques temáticos, en fin, tantas cosas que se pueden hacer y que terminan generando ingresos cuantificables y negociables para el Distrito, vía subasta o licitación pública. En eso radica hoy día la nueva administración del Estado, en hacer más, con menos dinero. No con políticas fiscalistas que trasladan su costo al contribuyente, para que luego venga cualquier fulanito y haga los negocios, sin meterse la “mano al dril”. *M.A. Economía, Empresario jorgerumie@gmail.com

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