En el umbral de sus 80 años, la actriz Brigitte Bardot vive casi recluida en Saint-Tropez, no tiene celular y camina con dificultad, pero no ha perdido su combatividad a la hora de defender a los animales o de expresar libremente sus ideas, aunque resulten a menudo provocadoras.
"Este cumpleaños ya me está hartando", dice. La vida cotidiana de este ícono mundial pasó hace tiempo del mito a la realidad, de los estudios de cine a un combate decidido a favor de las focas, los zorros o los elefantes en peligro.
A ellos les dedica su "segunda vida", luego de haber sido ella misma, en los años 60 y 70, la presa perseguida por de los paparazzi, relata la estrella vegetariana a Henry Jean-Servat, autor de "Brigitte después de Bardot", un libro que recoge las fotografías realizadas por Gérard Schachmes (Editorial Cherche midi).
Sus jornadas transcurren según una rutina invariable. Duerme y pasa parte de la mañana en La Madrague, su famosa casa a orillas del Mediterráneo.
Luego, para evitar el acoso de los barcos de turistas que intentan verla desde el mar, Bardot se refugia en La Garrigue, otra casa que se hizo construir en las colinas.
"La Garrigue es mi oficina, la Madrague es mi descanso", resume la estrella. La jubilación -"un horror, es algo muy aburrido", confía a la AFP- no ha llegado para esta mujer apasionada, que lee los diarios, escucha la radio y mira televisión.
De hecho, confirma su secretario particular desde hace 25 años Frank Guillou, tres veces por día se pone en contacto por teléfono con la Fundación que lleva su nombre para darle las instrucciones sobre los asuntos pendientes.
"El correo que requiere seguimiento se envía todos los lunes a la Fundación. Cuando es urgente, se envía un fax", medio de comunicación que utiliza abundantemente para enviar páginas manuscritas, incluyendo las entrevistas.
Sin computadora ni celular
Brigitte Bardot le tiene alergia a la informática y no tiene celular.
Correo postal recibe muchísimo, sobre todo para su cumpleaños, "más de 100 tarjetas por día y regalos de todo tipo". "Eso está comenzando a saturarla", dice su secretario.
"Ya casi no veo a nadie", admite esta madre y abuela para nada modelo. Ve "muy poco" a su hijo Nicolas, al que no crió y que vive en Noruega. Sus relaciones con él han sido a menudo tensas. La ex actriz admitió en una entrevista con el canal France 2 que sólo vio una vez a sus nietas, aunque, precisó, "las quiero mucho".
Brigitte Bardot se desplaza muy poco. Camina apoyada en bastones porque hace años que se niega a operarse de una artrosis de cadera. "Tiene fobia de los hospitales y la anestesia", dice Frank Guillou.
Bardot ni siquiera se preocupa por los cosméticos, nunca va a la peluquería o a recibir masajes. "No tengo tiempo". Exigió sin embargo que no la filmen de cerca y se la ve casi exclusivamente de perfil durante la entrevista con la televisión francesa.
Su casa es el arca de Noé. Tres perros la siguen por todas partes y en la Garrigue reinan sus 20 gatos, además de yegua, burro, cerdos, cabras, etc.
Sus legendarias broncas y posiciones tajantes, que le valieron varias condenas por racismo u homofobia, no han cesado. Algunos afirman que son el resultado de la influencia de Bernard d'Ormale, su compañero que vive con ella desde hace 22 años y es amigo del líder de extrema derecha Jean-Marie Le Pen, pero la actriz asegura que son sus propias convicciones.
Tras llamar a votar por el Frente Nacional en 2012, calificó a en agosto a su líder Marine Le Pen como "la Juana de Arco del siglo XXI". "No tengo porqué ocultarlo, es la única mujer (...) con cojones. Sus ideas por lo general me gustan".
En la entrevista con la televisión, reafirmó su admiración por esa figura histórica, y distribuyó buenas notas a los socialistas François Mitterrand y François Hollande, pero muy malas a Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy.
En cuanto a la muerte, Bardot dice haber obtenido la autorización para ser enterrada en la Madrague, junto a sus animales.
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