Cultural


Ecos de la música que queda

MORAIMA SALOM VILLALBA

18 de enero de 2016 12:00 AM

Moraima Salom Villalva

Especial para El Universal

Hacer una fila un sábado en las horas de la mañana a la espera que las puertas de la Iglesia Cristo Rey, en el barrio Crespo, se abrieran para apreciar el concierto del Cuarteto Q-arte y Colectivo Colombia, dentro de la programación del Festival Internacional de Música de Cartagena, es síntoma, valga decirlo, de una comunidad facultada para un estilo de vida.

Estos dos cuartetos se diferencian en el componente de los instrumentos. Q-arte, funciona con dos violines, una viola y un violonchelo. Se le conoce también como clásico o de cuerda. Nació en la Universidad Nacional y se destaca por su vanguardia y la interpretación de ritmos latinoamericanos. Mientras que el Colectivo Colombia está constituido por un saxofón, un piano, un contrabajo y una batería y se denomina cuarteto de jazz, con la presencia de Antonio Arnedo en el saxofón, quien concibió la idea a partir de una reflexión sobre ‘la nueva música colombiana’.

El concierto se dividió en dos partes. En la primera actúo Q-arte con piezas como El cumbanchero, El cóndor pasa, Fourfor tango y Tico –tico, ésta última,revisando el pasado fue Carmen Miranda, quien la divulgó en Norteamérica en la década del 40.

En la segunda parte. El colectivo interpretó El viaje, compuesta por Arnedo. Un porro que revela nuestro inicio del viaje en una “chiva”, ese bus que va de pueblo en pueblo transportando a la gente que busca nuevos horizontes. También de su autoría sonó la cumbia Dibujo, dedicada a sus hijos. Con El pescador, de José Barros, no hubo necesidad de anunciarla todos y todas la reconocieron desde los primeros acordes y preparó el terreno para el cierre cuando sonó Fiesta en corraleja, el público sacó de su memoria el registro sonoro que almacena como identidad y se emocionó: empezó a bailar y alzar los brazos conmovido.

Música y paz

Stiven Seidel, a propósito del Festival de Música  de  Cartagena que acaba de culminar:  “En Colombia, el arte  no sería un campo de privilegio, sino como la vivienda o la educación un derecho como cualquier otro. Un trabajo realizado para aquellos que han sido marginados de estos escenarios. Lograr que tengan acceso y el compromiso en estos diálogos culturales. Mirar la diversidad y establecer un diálogo genuino entre culturas. Sería la herramienta que ayudaría a la inclusión para que sea verdadero debe ser demasiado fuerte”.

La música como instrumento social

James Honan:  “En diez años del Cartagena Festival de Música presenta una narrativa (cuenta una historia). Requiere estrategias financieras para organizaciones sin ánimo de lucro. 10 años significa que ha tenidoimpacto. No es algo al azar. Ahora cabe encontrar la misión hacia el futuro, cuál va a ser la sostenibilidad. La complejidad del tema de la inclusión es un proceso dinámico que ha estado presente históricamente en Colombia como consecuencia de la colonización y de la esclavitud. Y el arte puede ser un espacio para tratar de adoptar una perspectiva antirracista”.
 

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