El Maestro Santiago Colorado es un patrimonio viviente del periodismo y la literatura y de El Universal de 1948. Acaba de celebrar sus 94 años. Trabajó junto a Clemente Manuel Zabala y Domingo López Escauriaza.
Vino de Manizales y se estableció en la Cartagena de los años cuarenta. Fue uno de los primeros columnistas del naciente El Universal, junto a Clemente Manuel Zabala y Domingo López Escauriaza.
Santiago Colorado, nacido en 1922, acaba de celebrar 94 años de una vida intensa y ejemplar. A él le debemos la creación del taller Candil, de la Universidad de Cartagena, que forjó una generación de lectores, escritores y humanistas. En 1992, publicó su novela breve “La renuncia”, “Se llamará Edipo” (relato de anticipación), en 1993, y la compilación periodística y ensayística “Aún nos queda la palabra” (Vigilias de un caminante”, 2002.
No es fácil encontrar en la vida seres como él: con la sencillez, la sabiduría y la generosidad de un alma siempre curiosa por el origen del mundo y la belleza del universo, escribí hace tantos años.
Tuvimos el privilegio de conocerlo hace tantos años, mucho antes de que fundara el Taller LIterario Candil de la Universidad de Cartagena, que descubrió, estimuló y promovió a un buen número de nuevos narradores, poetas y ensayistas de Cartagena. De ese grupo surgieron grandes escritores cuyas obras han repercutido en el ámbito regional y nacional. Podríamos citar a vuelo de pájaro al poeta Luis Mizar, Premio Nacional de Poesía Carlos Castro Saavedra, fallecido en 2015, al narrador Gregorio Álvarez, al poeta José Bertel a la poeta Margarita Vélez, al cronista y poeta Juan Carlos Guardela, al poeta Miguel Torres, al narrador Orlando Hernández, a la poeta Hortensia Naizzara, al cuentista y poeta John Jairo Junieles, entre otros.
Por El Candil del Maestro Santiago Colorado, pasaron invitados inolvidables como el novelista Manuel Zapata Olivella, el poeta, periodista e investigador Jorge García Usta, el poeta Erick Bozzi, el novelista Manuel Mejía Vallejo, el novelista y poeta Héctor Rojas Herazo, el poeta Juan Manuel Roca, el poeta Rómulo Bustos, el poeta y novelista Efraim Medina Reyes, el narrador Francisco Pinaud, el poeta Herbert Prostzkar Andrade, el poeta Hernando Socarrás, el poeta Jaime Arturo Martínez, entre otros.
En el sigilo de su casa junto a su esposa Adela y sus hijas y nietos, el Maestro Colorado se mantiene conectado a sus recuerdos y a su pasión de toda la vida: la literatura. Con enormes convicciones espirituales, un gran sentido humanístico, autocrítico y un humor capaz de sacudir los criterios ortodoxos, el Maestro Colorado nos enseñó en sus sesiones en El Candil que no es suficiente una sola mirada a un texto escrito. La búsqueda de depuración es ardua y constante, como quien persigue la música. Al final de cada sesión del taller, invitaba a almorzar a todos sus amigos. Su generosidad y calidez humana se ocupaba de resolverle el retorno a algunos miembros del taller que no tenían las monedas suficientes para regresar a casa. Ejercía una docencia sin distancias. Afectiva, emocional, con mucho carácter y sensibilidad.
Mirando esta foto de nostalgia de ese sábado remoto, descubro que hay cinco ausentes: Héctor Rojas Herazo, Jorge García Usta, Luis Mizar y Gary Gasán. El primero en partir desde temprano fue el poeta Kelly León Menászas que contaba con 27 años. Lo que perdura de todo, más allá del tiempo, es la obra y el espíritu de los grandes hombres como Santiago Colorado. ¡Gracias, Maestro!
Epílogo
Guillermo "El Mago" Dávila, al saber que su antiguo amigo Santiago Colorado estaba vivo, nos escribió para decirnos que lo conoció hace 65 años. Y que deseaba que lo llevara hasta su casa, en una de sus visitas a Cartagena. Lo mismo ocurrió con el gran cronista Alberto Salcedo Ramos, quien creía que el Maestro Colorado había fallecido. Y con la abogada Ástrid Paternina Márquez, quien fuera su alumna en la Universidad de Cartagena. El Maestro Colorado quiso celebrar sus 94 años brindando con una cerveza dorada. Miró el resplandor dorado que se deslizaba como una salpicadura en su mesa y levantó el vaso como en los viejos tiempos.
Gustavo Tatis Guerra
gustavotatis@gmail.com
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