Enora Lalet (Biarritz, Francia, 1986), ha trabajado mes y medio en Cartagena, tras su instalación de arte contemporáneo “Sabroso”, que integra la exuberancia de las frutas y los dulces de Cartagena sobre el cuerpo humano.
Esta artista con estudios en sociología y antropología-invitada por la Alianza Colombo Francesa- tiene diez años de estar explorando el universo de la gastronomía aplicada a sus instalaciones artísticas. Ha realizado 80 retratos entre Occidente y Oriente. Lo ha hecho en la India, en Francia, en la isla de Bali, Tailandia, Camboya, integrando mestizajes y ancestros culturales, frutas y comidas singulares. Su primera exposición fue en 2010 en Burdeos.
“He tenido la suerte de viajar y trabajar por el mundo, gracias a mis padres que son viajeros, y uno de mis lugares predilectos es la India, en donde hemos vivido desde hace muchos años”.
Al referirse a la experiencia en Cartagena, dice que “Hay contrastes y ambivalencias culturales en la gastronomía, una búsqueda poli sensorial que a su vez, cuestiona las propias contradicciones, estereotipos y prejuicios, e integra lo diverso”.
Está sorprendida porque algunos elementos elegidos guardan para ella culturalmente, lo rico y monstruoso. Por ejemplo, las muñequitas de leche que venden en el Portal de los Dulces, son para ella, como diminutos cadáveres de muñecas comestibles, y las ha integrado a algunos de sus retratos, generando sensaciones oníricas, fantásticas y monstruosas. Le interesan no solo el colorido de las frutas, sino sus texturas, formas y volúmenes, su misteriosa sensualidad y belleza. Ha cortado las coronas de las piñas, las granadillas, las patillas, los plátanos, dulces y fritos, y orejeras y narigueras de la cultura zenú, y ha generado contrastes de color sobre el rostros y los cuerpos. Los algodones de azúcar que parecen nubes rosadas las ha puesto sobre el cabello de una muchacha afrodescendiente. El resultado de esta instalación efímera, es contundente, bello y perdurable.
El proceso genera una obra artística forjada con elementos cartageneros: frutas, fritos (buñuelos), diseños, y criaturas vivientes. En este proceso ha participado el fotógrafo cartagenero Rafael Bossio. “Mis instalaciones son interdisciplinarias, híbridas, tienden a disminuir las fronteras y las diferencias, y buscan los espacios públicos”, precisa. “El arte debe salir al encuentro con todos los públicos y ser asequible a todos los seres humanos”.
Ella comparte la visión del investigador David Lebreton, de que uno come recuerdos y sensaciones, y crea con ellos, una mitología personal, que convoca los sentidos, lo conecta con el cuerpo, deseos y creencias. Enora lleva en su valija un arsenal de sensaciones.
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