José Carlos Vilcapoma puede amanecer hablando de jazz, con la misma pasión con que descifra las claves de los ancestros peruanos.
Este historiador y antropólogo, el primer Vice Ministro de Cultura de Perú en 2011, vino al Festival Otras Voces del Jazz en Cartagena, a presentar dos libros: “La danza a través del tiempo: en el mundo y en los Andes” y “Herencia negra en América Latina: Colombia y Perú. De la esclavitud al jazz”, que ha escrito en compañía del musicólogo Enrique Muñoz Vélez.
“Es increíble todo el orden que subvierte el jazz”, me dice al comenzar nuestro diálogo. “Desde New Orleans hasta Cartagena de Indias, el jazz ha emprendido un camino libertario. Desde su nacimiento hasta hoy. Sus ejecutantes eran hombres marginales que se apropiaron de los instrumentos musicales de Occidente y allí surgió un nuevo ritmo con un sentido de libertad absoluta expresado en su improvisación y su repentismo, y su diálogo individual y de conjunto entre ellos. Ninguna música en el mundo tiene esa estructura. El jazz logró en el escenario nuevas formas de expresión individual y colectivo. En el caso del Perú el auge del jazz empezó en el sesenta. Estoy muy feliz con esa definición poética del jazz que ha creado Enrique Muñoz “El color que le falta al arcoiris es el color que tiene el jazz”. Me habla del impacto jazzístico y la fascinación de los grupos indígenas como la banda de jazz Serenata Andina, que trabaja en ese formato con instrumentos indígenas.. Nuestro jazz rescata esa instrumentacióny se nutre de lo afroperuano”. Es curioso que ahora todo lleve el nombre de jazz en Perú, como un augurio de prestigio y aura de aceptación entre ciertas élites en la nación. Pero junto a ese hecho hay una ansiedad creativa positiva y alentadora. La realidad cartagenera le conmueve a este historiador. El jazz que suena en Cartagena es el gozo supremo de la libertad.
josé carlos vilcapoma, antropólogo peruano, presentó este libro en el Festijazz.
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