Las mariposas que revoloteaban en el patio de su infancia en El Carmen de Bolívar, agitaron sus alas livianas para contar la historia del mundo.
“El leve de las mariposas” (2016), poemario de René Arrieta Pérez (El Carmen de Bolívar, 1970), es uno de los mejores libros de poemas publicados en Cartagena y el Caribe en los últimos años. La finura espiritual de estos poemas eligió la espiral de la mariposa para viajar por la historia de la humanidad.
Todo empezó cuando el autor vivió en Salamanca en 2004. Y las mariposas de su aldea trajeron el olor del patio y el recuerdo de sus hermanos, para configuarm con la madera de los sueños, el vuelo hacia el mito, la leyenda y la historia.
Fue un rapto de dos días de escritura, en la que las mariposas le dictaron el poema a René Arrieta. Un poema esotérico que empieza en el jardín filosófico, desde el huevo, la oruga, la crisálida, hasta la plenitud y el éxtasis. La mariposa voló entre Oriente y Occidente, como mariposa de seda y otras veces como mariposa Monarca.
Sherezada oyó el batir de las alas antes que empezara contar la primera noche de mil y una noches de la epoyeya árabe. La mariposa voló desde el génesis, el rapto, la fuga y la ubicuidad, para cantar la fugacidad del ser humano, su fragilidad, su esplendidez, su levedad, su transparencia, su epifanía.
Dante la percibió en el paraíso y en el infierno. Los griegos la soñaron antes de entrar al laberinto. Los chinos despertaron tras el sueño de una mariposa que los soñaba.
La mariposa fue uno de los símbolos de los alquimistas tras el oro espíritual en donde Dios fue siempre un delgado filigrana entre los dedos. En el poema de René Arrieta aparecen sus hermanas Martha y Fanny en el patio de la infancia, apertura de la perplejidad y clausura de la infancia, vuelta a evocar en la distancia.
Rapto y milagro se diluyen como una sombra dorada en la yema de los dedos cuando se intenta acariciar una mariposa. Dios hace su policromía en las alas de las mariposas. “Nunca los Cronistas de Indias supieron describir el asediante reflujo de lo innombrable”, expresa el poeta Arrieta Pérez.
La mariposa fue cantada por Bocaccio, Petrarca, Homero. Tal vez fue Orfeo. El batir de sus alas guardan “el orden oculto, el oculto orden.Aletea mariposa, que en el caos está el orden”, nos deslumbra el poeta. La luz, siempre la luz, resplandece en cada mariposa. Pequeña o grande, cada mariposa es un gigantesco milagro del universo. La crisálida entraña la belleza del mundo por venir.
El cuerpo que moldea sus formas. “Sólo a través del vuelo, te presientes la oruga, mariposa”. Su vuelo “desata milagros y provoca eros”, ellas “testimonian el ocaso del universo y el principio de un universo”, vaticina el poeta.
La mariposa volóa los Jardines del Generalife, en la Alhambra, en Toledo, en Sevilla, en el mar Mediterráneo y en el mar Caribe. El poeta nos regala sus epifanías como ésta: “La mariposa soñó con felinos-gatos- y temerosa levantó el vuelo”. “Las monarcas, en las fronteras migratorias, cristalizan su deseo de fuga”. El poeta cierra su bello libro con una pregunta trascendental y encantada: “Dime mariposa/ quién narra tu fábula”.
Señal
Arrieta Pérez es autor además de los poemarios: “Bodegones”, “Salmos del cegador de mieses”, “He olvidado su nombre”. Se graduó en Lingüística y Literatura de la Universidad de Cartagena, y Doctor en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca.
Sus poemas figuran en antologías de Colombia, España, Portugal y Latinoamérica. “El leve vuelo de las mariposas”, de René Arrieta, celebra la tensión de una palabra que persigue sus propias fronteras, que busca la apertura sensorial como puente hacia un absoluto...”, precisa en el prólogo el narrador y ensayista Emiro Santos García.
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