Los seres no mueren, si les sobrevive un bosque de música y de ilusiones.
Luego de complicarse con una neumonía, falleció a sus 88 años en Cartagena, su ciudad natal, la compositora Evelia Porto de Mejía. Su nombre es desde que era una niña, un soplo de música, elegancia, belleza y vitalidad. Tocaba el piano, el órgano y el acordeón, hablaba en tres idiomas y sabía inventar recetas gastronómicas mezclando su conocimiento de la cocina francesa y del Caribe colombiano.
Fue una personalidad avasallante que participó en el nacimiento de múltiples iniciativas culturales e institucionales: la Liga contra el Cáncer, la Alianza Colombo Francesa, el Centro Cultural Colombo Americano, presidió Sayco, lideró el hermanamiento entre Coral Gables y Cartagena.
Deja al partir una treintena de canciones, entre ellas, “Calle citas de Cartagena”, el Himno del Buque Gloria, “Miedo”, “Titoté de coco”, “Islas del Rosario”, “Verdemar”.
Sus composiciones contaron con los arreglos de grandes músicos colombianos como Lucho Bermúdez, Francisco Zumaqué y Jimmy Salcedo. Estaba casada con el Ingeniero Civil Alfonso Mejía, con quien compartió casi cuatro décadas de sagrada compañía. Ahora él y ella se reencontrarán al otro lado de ese misterio que es la vida más allá de la muerte. Le sobreviven sus dos hijos: Miguel y Pedro Mejía y sus nietos Evelyn, Natalia y Miguel Ismael.
Además de la música, escribió seis libros que abordaban la urbanidad, la etiqueta y el sentido común de la belleza. Uno es “Arte de la etiqueta”, “Diccionario de eriqueta”, entre otros.
Amaba la música de Bach y Beethoven, como el arroz con coco cartagenero, la cumbia y el bolero, el cine de aventuras, romántico y espionaje, tal como se lo contó a la periodista Camándula.
“Miedo, miedo absurdo de perderte, de que dejes de quererme un día cualquiera, miedo, angustia de este frío de sentir todo el vacío que sería vivir sin ti”, dice su canción Miedo.
El espíritu se desliza por el agua del tiempo y vuela como un pájaro a la eternidad.
La música queda.
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