La reciente visita del presidente Juan Manuel Santos a su homólogo de Cuba, Raúl Castro, permitió mantener las buenas relaciones diplomáticas entre los dos países, a pesar de no extenderle la invitación para que asista a la Cumbre de las Américas.
La presión generada entre las posiciones divergentes de Estados Unidos y los países integrantes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), especialmente Ecuador y Bolivia, en contra y a favor de que Cuba fuera invitada a la cumbre, respectivamente, había sido solucionada por una visita que mantuvo las buenas relaciones colombianas con todos los actores.
Sin embargo, cada vez son más insistentes los rumores que afirman que la intención del presidente Santos al visitar la isla iba más allá de definir el tema de la Cumbre.
En prensa internacional, especialmente la venezolana, se ha afirmado que la delegación colombiana visitó al gobierno cubano para discutir un tema que desde hace más de diez años había quedado en el olvido: El de una posible participación de Cuba en la búsqueda de un acuerdo de paz con las guerrillas de las Farc y el ELN.
A pesar de que en ningún momento se planteó públicamente este tema, hay varios indicios que podrían señalar que esta suposición es cierta.
REUNIÓN MUY LARGA
Aunque una reunión diplomática no tiene nada sencillo, menos si se trata de un tema relacionado con una cumbre continental, la extrema privacidad de la misma, así como su larga duración han hecho pensar a muchos sobre si hubo otros fines durante la misma.
Al llegar la comisión presidencial a La Habana, fue conducida a una de las casas de protocolo donde suelen reunirse las delegaciones diplomáticas de los países que visitan la isla.
Allí, los ministros, consejeros y senadores que integraban la comisión se reunieron con varios dignatarios venezolanos, mientras el presidente Santos y la canciller Holguín fueron a otro piso a conversar con el presidente Raúl Castro y el canciller cubano Bruno Rodríguez.
Al principio la conversación fue muy informal, además de cordial; discutían de temas sin mayor importancia y hacían chistes, cosa que quedó registrada en los diferentes medios de comunicación. Sin embargo, luego de esta introducción se pidió a los medios que se retiraran y acto seguido los dos presidentes y cancilleres abordaron un vehículo exclusivo que partió con rumbo desconocido.
Se cree que el vehículo se desplazó hacia el Palacio Presidencial de Cuba, donde los jefes de Estado y sus cancilleres conversaron temas tan delicados que solo podían ser tocados en secreto. Dado que varios puntos relacionados con la participación de Cuba en la cumbre ya estaban definidos y eran de conocimiento público, resulta difícil explicarse tanto sigilo.
¿VISITA NECESARIA?
Dada la presión ejercida por países que históricamente han tenido buenas relaciones con Colombia, era necesario llegar a un acuerdo que dejara a todos satisfechos de alguna manera.
Si se invitaba a Cuba, se podría generar malestar en los Estados Unidos, lo que hubiese podido evitar su presencia en la cumbre, así como dañar las relaciones diplomáticas con el país económicamente más poderoso del continente, y un aliado estratégico para Colombia.
Si se rechazaba de plano la invitación a Cuba, los países del Alba hubieran podido negarse a participar, lo que deterioraría el objetivo de la Cumbre, que es precisamente congregar a toda la América Latina.
La solución de acudir personalmente a decirle al presidente Castro que no se le iba a invitar a la cumbre resultó ser la mejor opción, dado que ayudó a conservar las relaciones diplomáticas y a la vez logra calmar los ánimos de los países del Alba, gracias a la reunión que también se tuvo con el presidente venezolano Hugo Chávez, convaleciente en ese país.
Sin embargo, eso tampoco explica por qué la reunión tenía que darse en total secreto, cuando varios de los delegados que acompañaban al presidente ya conocían la estrategia diplomática a usar en la reunión.
¿DIÁLOGOS DE PAZ EN SECRETO?
Desde que los grupos guerrilleros de las Farc y el ELN comenzaron a hablar sobre acercamientos de paz, se ha mencionado que cualquier avance en ese sentido se hará de forma secreta. De allí que aún no se han dado a conocer hechos que respalden fuertemente la teoría del segundo objetivo en el viaje a Cuba, pero tampoco otros que la desmientan.
Julio Londoño, exembajador de Colombia en Cuba y uno de los principales impulsores del fallido proceso de paz con el ELN en esa isla, afirma que el gobierno cubano “podría perfectamente volver a ofrecer sus oficios en caso de darse diálogos de paz con alguna de esas dos guerrillas”.
Recordó que Raúl Castro tiene también una connotación muy importante al ser el jefe del gobierno de Cuba “y ser quien siempre ha estado hombro a hombro con Fidel, durante toda su vida de gobierno y quien, además, está muy bien informado sobre todo el proceso de la violencia en Colombia”.
Sin embargo, aclaró que “el Gobierno colombiano ha sido muy claro en señalar cuáles son las condiciones para entrar a un eventual proceso de paz y esos hechos todavía no se han presentado”.
Por su parte, la politóloga Emilia Frost, especialista en paz y conflicto e investigadora del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), afirma que “es indispensable que el gobierno y la guerrilla dialoguen sobre formas de terminar con la violencia, para luego pensar en cómo negociar cambios políticos en torno a la paz”.
En este sentido, agregó que “la experiencia internacional muestra que tener un intermediario externo de confianza puede facilitar las cosas”. En el caso concreto de Colombia, “donde hay tanta falta de confianza de las partes, es una buena oportunidad si Cuba se ofrece como mediador”.
Ella también opina que estos diálogos deberían hacerse en secreto, porque de lo contrario puede ocurrir lo mismo que con el proceso de paz entre el gobierno de Álvaro Uribe y el ELN, cuando “la radicalización de las dos partes impidió que llegara a feliz término el proceso”.
Según la investigadora, el hecho de que las partes tengan que sostener una posición firme ante la opinión pública, impide que se flexibilicen para una negociación consensuada. Por esta razón, mantener los procesos en secreto “otorga más espacio para la flexibilidad, y así encontrar un punto medio”.
Mundo
Cuba podría ser clave en búsqueda de paz en Colombia
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