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Abel Leal, un tigre con el bate y el corazón

En la madrugada de este sábado se apagó la vida de Abel Leal Díaz, considerado el mejor jonronero en la historia del béisbol amateur de Colombia. El Universal le rinde homenaje recordando esta entrevista que “El Tigre” nos concedió en 2010.

ERICA OTERO BRITO

13 de abril de 2019 06:12 PM

A las 3:50 de la madrugada de este sábado, víctima de cáncer, se apagó la vida de Abel Leal, una de las glorias del béisbol de Bolívar más queridas.

Hoy en su homenaje, El Universal recuerda esta entrevista que “El Tigre”, como era conocido en el universo de este deporte, por su “garra” implacable al momento de batear, le concedió a esta casa periodística en febrero de 2010, en días previos a su cumpleaños 70. Leal es considerado el mejor jonronero en la historia del béisbol colombiano amateur.

Lea aquí: Murió Abel Leal, gloria del béisbol de Bolívar

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Pronunciar el nombre de Abel Leal Díaz paraliza en el tiempo a cualquier cartagenero aficionado al béisbol.

“El Tigre” Leal como lo bautizó, el fallecido locutor Napoleón Perea, es símbolo de la época de gloria de este deporte en Colombia, años en los que a nadie se le hubiera ocurrido la decadencia en la que está ahora. Un período en el que los estadios se llenaban a reventar, ni comparación con el triste episodio de hoy día, en el que las puertas se abren de par en par y no alcanzan a entrar ni 50 personas.

Leal es recordado como el mejor jonronero de la historia del béisbol del país y aún, próximo a cumplir los 70 años, en marzo, sigue haciendo jonrones en el sóftbol, disciplina que practica desde hace 20 años cuando se despidió del béisbol.

Jugó 14 series mundiales y 19 campeonatos nacionales, gracias a las cuales conoció casi todos los departamentos colombianos, todos los países de Centroamérica, varios de Asia, diversos estados de Estados Unidos, Canadá, República Dominicana, Venezuela y otros países de Suramérica.

Sus trofeos y medallas se cuentan por docenas. Nació en el barrio El Cabrero de Cartagena, actualmente vive en Los Corales, es pensionado de Colpuertos hace 20 años, tiene doce hijos con distintas mujeres y 43 años de casado con Nancy Payares Romero, con quien tiene una hija de 21 años.

En 60 minutos de conversación abrió su vida para los lectores de El Universal.

¿Cómo se despertó su interés por el béisbol?

- Yo fui un deportista callejero. El béisbol lo aprendí en la calle, cuando tenía más o menos 12 años y ya hecho un jovencito, a los 21 años, entré por mi cuenta al béisbol de primera categoría en Barranquilla. Nunca tuve padrino para nada. En esa época estaba recién salido del Ejército y entré a trabajar en Astilleros del Magdalena, ahí el manager del equipo de esa empresa se enteró que yo jugaba béisbol y me llamó. Duré dos años, después me vine para Cartagena a trabajar de mi cuenta la albañilería, y jugando sóftbol en el barrio Crespo, Antonio Manía Torres me invitó a jugar béisbol de primera categoría en el equipo de la Kola Román.

Únicamente jugué cinco partidos porque me botaron por mal pelotero; no rendí y me dieron de baja del equipo y de la empresa también.

¿Eso es difícil de creer en una persona que cosechó un renombre por su talento?

-Todo ser humano tiene en la vida un tiempo en el que no hace las cosas bien y ese fue el mío.

Con ese revés ¿quién creyó en usted nuevamente?

-El difunto Justo De Ávila, quien me llevó para Colpuertos. Fue a buscarme a mi casa, en el 7 de Agosto, donde vivía con mi mamá. La verdad, yo no quería firmar por lo que me había pasado en la Kola Román, pero entonces fue cuando vinieron las palabritas mágicas de mi madre. Me dijo: ¿Mijo, pero por qué no firmas si te han venido a buscar? Hice caso y fíjese cómo me fue.

Y ¿qué cargo le dieron en Colpuertos?

-No, a mi no me emplearon enseguida, tuve que esperar más de dos años para que el nombramiento llegara desde Bogotá. Durante ese tiempo únicamente era jugador del equipo. Sin embargo a los dos años, la situación económica no daba espera y me salí del equipo del terminal y me empleé en La Lesa, una empresa lechera que quedaba en El Bosque. A los 8 meses recibí una llamada telefónica del gerente de Colpuertos diciéndome que había llegado mi nombramiento. Me dieron el cargo de ayudante de mecánica que para eso lo único que necesitaba saber era lavar las herramientas y salí como operador de máquina, a los 50 años. Duré 22 años, empleado allí.

¿Cómo fue su debut en el nuevo equipo?

-Excelente. El primer partido lo tuvimos nada más y nada menos que con los de Kola Roman y fue cuando el Señor de arriba (Dios) hizo su trabajo. Les tapé la boca haciendo un jonrón con bases llenas, que es lo máximo que puede hacer un pelotero en un partido. Desde ahí comenzó mi fama, en el año 66. Desde el año 67, hasta que me retiré en el 89, fui selección Colombia y selección Bolívar del béisbol amateur.

Abel Leal, un tigre con el bate y el corazón

¿Por qué no fue profesional?

-No me gustó nunca ser profesional porque aquí no pagaban lo que se merecían los jugadores. Aquí el profesionalismo lo tenían de berroche. Como será que había beisbolistas profesionales de 20 mil pesos mensuales; mientras que yo trabajaba en una empresa (Colpuertos) en la que no tenía necesidad de ir a firmar nada, para que la gente viera que yo era profesional. Una vez me fueron a buscar para que jugara profesional en el equipo Indios; les pide 500 mil pesos y les pareció mucho. No aceptaron, pues yo tampoco.

¿Tuvo ofertas para las Grandes Ligas?

- Estuvimos en unos Juegos Bolivarianos en el 72 en los que tuvimos, no exactamente ofertas para Grandes Ligas, pero sí para jugar como profesionales en Las Águilas de Caracas (Venezuela). Llamaron a Humberto Bayuelo, a Arcibiades Jaramillo, a Luis Carlos Gaviria y a mí; pero ninguno de los cuatro nos decidimos a firmar; el uno le decía al otro, firma tu primero y ninguno lo hizo. Por lo menos yo estaba trabajando en Colpuertos y estaba pendiente de mi pensión.

¿La fama se le subió a la cabeza en alguna oportunidad?

-No. Nunca me he dado alarde, yo dejo que la gente opine. No todo el mundo resiste la fama. Es que yo no acepto que me digan que soy el mejor, el único mejor es Dios. Eso va en la educación que le inculquen a uno, en los valores que le enseñen.

¿Qué se necesita para ser buen deportista?

-Además del talento, disciplina, privarse de muchas cosas.

¿Cuál es la Serie Mundial que recuerda con más cariño?

-La que jugamos en Cartagena en el año 70. Esa vez vinieron 13 países. Cuba quedó campeón y Colombia quedó en el cuarto lugar, pero me destaqué a nivel individual quedando “champion bate”. Ese año me condecoraron como Deportista del Año por coronarme cuatro veces champion bate en diferentes campeonatos.

¿Por qué Colombia a pesar de tener beisbolistas excelentes le era esquivo el primer puesto?

-La cosa era dura para ser campeón. En esa época, las potencias en el béisbol eran Cuba y Estados Unidos. Nosotros fuimos sub campeones en Cuba, peleando de tu a tu con Cuba en el año 71. Colombia daba la pelea, a la vista está que hay varios peloteros recibiendo una pensión vitalicia que el Gobierno otorgó a varios deportistas medallistas. Yo no la recibo porque mi pensión pasa de cuatro salarios mínimos, pero soy uno de los que más me la merezco.

¿Por qué el béisbol hoy día ya no tiene la fuerza de antes?

-Sí hay talentos, pero desde joven los firman en otras partes, se los llevan de aquí, y por supuesto aquí no los conoce nadie. Eso traduce en que ya no hay pelotero bueno que mueva a la gente para el estadio y además ya no hay empresas patrocinadoras para este deporte. Es que antes los peloteros no jugaban para que les pagaran, sino jugaban para que los dejaran trabajar en las empresas patrocinadoras.

¿Cuál fue su mejor jonrón?

-En Santa Marta, en el año 72, en la final de un campeonato nacional. Atlántico estaba festejando ya el título, íbamos 3 a 2 y en la última entrada después de dos out, empaté el partido con un jonrón y después de un extra inning, ganamos la serie, quedando campeones.

Y ¿cuál fue la serie más regular en la que estuvo?

-La primera serie mundial a la que fui, en República Dominicana en el año 67. Nos fue mal por equipo e individualmente porque tuvimos mucho ajetreo en las prácticas, nos cansaron mucho y cuando llegamos allá no podíamos ni con el bate. Claro que ese entrenamiento dio los frutos inmediatamente después, en unos Juegos Bolivarianos a los que fuimos a Panamá, donde quedamos campeones invictos.

¿Por qué se retiró del béisbol?

-Porque un amigo que era cajero-pagador del Terminal quería que yo jugara sóftbol con él, en el campeonato El Recuerdo, del barrio El Socorro.

¿Sigue conectando jonrones en el sóftbol?

-Claro, esa es mi especialidad, yo soy jonronero por naturaleza.

Abel Leal, un tigre con el bate y el corazón

¿Qué ha hecho los trofeos?

-Hay trofeos por toda la casa y por todo el país porque los he regalado a familiares y amigos. ¿Quiénes fueron sus compañeros de la época dorada?

-Humberto Bayuelo, Luis Carlos Gaviria, Orlando García, Daniel Blanco, Alejandro Lían.

¿Cuántos siguen siendo sus amigos ahora?

-Los mismos porque ellos viven jugando sóftbol conmigo, en la misma categoría. Hemos pasado por la de 50, 60 y 65; ahora vamos para la de 70.

¿Lamenta que ninguno de sus hijos haya seguido sus pasos?

-Ninguno fue birrioso como el papá. Hay dos que tuvieron buen desempeño, el mayor, Abel Leal Junior; y Roberto Leal, que es un bárbaro bateando, es más alto que yo, que mido 1,81 metros ; pero, ajá, no les gustó tanto como a mí.

¿Qué fue lo más valioso que le dejó el béisbol?

-Mi esposa, ella es lo mejor que me ha pasado.

¿Qué tal la lluvia de mujeres en esa época?

-Era grande. Pero ella resistió todo eso y por eso está coronada ahora.

¿Cómo se conocieron?

-Ella me conoció a mi en el deporte. En una salida del estadio nos topamos.

¿Difícil la conquista?

-Imagínese. ¿Quién le iba a decir a Abel Leal que no?

Caramba, ¿Cuánta confianza? (risas)

-Ajá, es que las cosas son como son. Yo soy transparente, y como nunca me negaba, además, siempre iba al grano y me decían sí. Nunca engañé a ninguna, siempre les decía que tenía mujer, hijos y demás. Antes de conocerme con mi esposa, ya tenía dos hijos, que ya a estas alturas tienen más de 40 años.

¿Cómo un hombre que se dice tan creyente en Dios no aplicaba el mandato divino de la fidelidad a la mujer?

-La fidelidad a la persona es eterna, eso no tiene nada que ver lo uno con lo otro porque esas son cosas que se presentan, ¿por qué? Porque es que ustedes (las mujeres) son el veneno de los hombres y lo peor es que lo saben y cuando uno está joven ... (risas), pero ya estoy recogido.

**En este momento resultó imposible no preguntarle a la esposa, Nancy Romero Payares, el secreto para resistir tanto. ¿Cómo resistió tantas infidelidades y porqué se las perdonaba?

-El secreto está en la buena atención, la presentación de uno, el aseo de la casa, cómo decora uno la alcoba, la buena comida y sobre todo, siempre me sentí segura de mi. Primero yo, segundo yo y tercero yo. Nunca salí a celarlo aunque hubo muchas que se atravesaron: rubias, ojos verdes, pelos a la espalda; pero véalo ¿Con quién está? Conmigo. Nunca nos hemos separado. Aquí me mandaban los hijos y yo se los criaba por días, por semanas hasta que las mamás se los llevaban. Yo soy una mujer muy paciente. Pero para resistir todo eso se necesita mucho amor, ahí es donde se encuentra esa seguridad. En el fondo yo sabía que él me amaba y yo sabía lo que sentía por él.

***Entre risas, Leal agrega en ese momento: Ella nunca comió cuento de mona, ni nada.

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