El Rio Centro, sitio en donde se realizan las competencias de pesas, se llenó de colombianos.
Apoyar a Óscar Figueroa, quien sobre el papel tenía opción de medalla, era el objetivo.
El grito de Colombia se escuchó fuertemente una y otra vez en este recinto. El amarillo, azul y rojo se veía por todos lados en las tribunas, en donde varios sombreros vueltiaos sirvieron de adorno en el escenario.
Todas estas cosas seguramente motivaron más al de Zaragoza (Antioquia), quien salió decidido a la plataforma para darle una medalla al país que lo vio nacer.
Figueroa levantó 137 en el primer intento en arranque, en el segundo aumentó a 142 y su última salida intentó 142, pero no pudo. Su marca en esta modalidad, que no es su fuerte, fue de 142 y eso le valió para ocupar la primera posición.
Figueroa le ganó al súper campeón chino Lijun Chen, quien intentó levantar en dos ocasiones 146 y falló en sus intentos, retirándose por lesión de la actividad.
Chen venía de ser campeón mundial en esta categoría en la cita orbital, realizada en los Estados Unidos, levantando 150 en arranque y 183 en envión.
Así las cosas, el camino estaba servido para Figueroa, quien en envión, una prueba en la que suele irle bien, buscaría un buen registro para llevarse el oro, el tercer metal dorado en la historia de este país.
De entrada, Óscar levantó 172, logrando superar a todos en el primer intento. El aplauso desde la tribuna fue atronador, los corazones comenzaron a latir más fuerte. Había un gran presentimiento que algo muy bueno estaba por venir.
Se subió otra vez a la plataforma y levantó 176, el mejor registro en el segundo intento. Y ahí el oro fue prácticamente una realidad.
Acto seguido quiso hacer 179, pero no pudo. Sin embargo, la historia ya estaba escrita: Óscar Figueroa, con 318 en total se había colgado el primer oro en Rio.
En ese momento se tiró al piso, miró hacia arriba, como queriéndole dar gracias a Dios por este gran premio. De sus ojos salieron lágrimas, se quitó las botas, besó las pesas y saludó al público, que siempre lo avivó en el camino de la competencia.
El grito de victoria no se hizo esperar. “Se vive, se siente, Colombia está presente…”
Emocionado, Óscar se abrazó con sus entrenadores, se dirigió al camerino para luego esperar el gran momento: la entrega de la medalla de oro.
Una vez se colgó la presea dorada en el pecho, Figueroa otra vez se fue en llanto y frente a él también lloraban los colombianos que se encontraban en el escenario.
Aficionados, dirigentes, periodistas se abrazaron entre sí en un momento especial: el primer oro olímpico de nuestro país en Rio de Janeiro.
Vino la rueda de prensa y el pesista, de 33 años, atendió de muy buena forma a los medios de comunicación. Luego de entregar declaraciones, contar detalles, hacer precisiones y agradecer a Dios vivir este momento se marchó para prueba de doping.
El 8 de agosto quedará en la historia como una fecha especial en el deporte colombiano. Ese día Óscar Figueroa fue más grande que nunca…
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