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Puños con sed de gloria

CARLOS CABALLERO VILLA

13 de agosto de 2016 12:00 AM

Viernes 12 de agosto, 12 del mediodía en Río de Janeiro, 10 de la mañana hora de Colombia. El coliseo Río Centro, en donde se realiza el boxeo, lucía impecable, con una buena cantidad de colombianos. Ver el amarillo, azul y rojo en las gradas me gustó.

Llegué faltando 15 minutos de iniciar el combate, tomé un buen puesto, pues quería tener una buena panorámica del pleito entre  el colombiano Yurberjén  Martínez y  el cubano Joahnys Argilagos, este último campeón mundial juvenil y ampliamente favorito. Ellos disputaban su paso a la final en los 49 kilogramos en los Juegos Olímpicos que se celebran en Río de Janeiro.

Tenía un pálpito que algo bueno sucedería. En aquella entrevista que le realicé a Yurberjén el miércoles anterior, cuando le ganó al español Samuel Carmona, vi una mirada ganadora, arrolladora, que me trasmitió buenas sensaciones.

A mi derecha se encontraba un fotógrafo cubano, un señor de unos 55 años que no paraba de hablar bellezas de Argilagos. En la previa del combate me dediqué a escucharlo con atención.

Cuando sonó la campana observé a un Yurberjén decidido por el triunfo ante un gran boxeador. Es verdad: el cubano arrancó muy bien, pero con el paso de los segundos el colombiano fue creciendo y bastante.

El señor de la tierra de Fidel Castro veía otra cosa. "Ya ganamos el segundo asalto, en el tercero tienen que recoger al colombiano con maletas. Tira   muchas manos y no da, el nuestro lo espera siempre con el jab, le está ganando fácil".   

Tocaba quedarme callado, por respeto, era un señor de edad y hasta hablaba bien de boxeo, parecía conocer mucho de este deporte, solo que en esos momentos, al parecer,  él estaba viendo una pelea y yo otra.

En la que yo veía tenía a Martínez arriba porque en el ring había sido  más certeros con sus golpes, siempre buscó el combate y no recibió castigo de su rival.

Al final, el réferi le levantó la mano a Yurberjén. Los jueces, que son los encargados de dar el veredicto, vieron la misma pelea que yo.

De inmediato volteé a mi derecha  y le busqué la mirada al señor y nunca quiso darme la cara. Reconozco que quise decirle algo, pero opté por guardar silencio aún en la victoria. Así es mejor.
Acompañé eso sí el grito de Colombia, Colombia, Colombia. Miré con emoción como los colombianos ondeaban la bandera tricolor y gritaban "grande Yurber".

Fue un momento sensacional. Sí. Estuve presente en la primera plata olímpica del boxeo de Colombia, que bien podría ser oro si Yurberjén gana la final mañana.

Luego, en zona mixta, volví a entrevistar  a 'La Máquina', así se le conoce ya a Martínez en Brasil. Y fue lo mismo.  Me encontré con esa mirada ganadora, que me sigue transmitiendo un gran pálpito. El brillo en sus ojos quiere decir algo, su sed de gloria  parece no tener límites…
 

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