“Casi ningún día desayunamos y con 12 mil pesitos diariamente almorzamos y cenamos mis papás, mis cuatro hermanos y yo”. Este es el relato de Ronaldo Fabio Peña Arévalo, la joven promesa del boxeo bolivarense, que dando y recibiendo golpes en un ring quiere brindarle a su familia un mejor vivir.
Le tocó así. Liberto Peña, su padre, vende naranjas todos los días de 3 a 9 de la mañana en el Mercado de Bazurto. Su mamá Daisy trabaja en una casa de familia.
A ‘peñita’, como se le conoce en el mundo del boxeo, le ha tocado ser un guerrero. “A veces no puedo ir a entrenar debido a que mi papá rota la plata de los transportes porque uno de mis hermanos juega fútbol. Yo quiero que la suerte cambie para nosotros”, dice Ronaldo mientras golpea un saco en una de las sesiones de entrenamiento en el gimnasio del Centro de Alto Rendimiento para la Región Caribe.
Tiene 16 años y vive en la Calle Urdaneta Arbeláez de La Candelaria, un populoso barrio de Cartagena donde aflora la violencia y como él mismo dice: “si no te conocen, te roban de una”.
Aunque nunca han intentado atracarlo en su barrio reconoce que le ha tocado pararse firme y no dejársela ‘montar’. “A veces por cualquier cosa hay alguno que me agrede y me toca darme trompadas, pero trato de evitar al máximo todo. Solo peleo cuando ya no se puede hacer más nada”, comenta.
En su residencia no hay cama para tanta gente, pero hacen ‘maravillas’ para repartir los espacios. En total son ocho personas bajo el mismo techo. “Vivimos en la casa que mi abuela le dejó a mi papá, así que no pagamos arriendo. Tiene dos cuartos, hay tres camas y ahí nos acomodamos todos, incluso el hijo de mi hermana”.
Sus inicios
A los 7 años se metió en el boxeo, deporte que desde entonces aprendió a amar. Su primer entrenador fue Rafael Núñez, quien lo enseñó a cuadrarse para pelear, cómo soltar las manos y cómo hacerle el quite a los puños de sus adversarios.
Recientemente, en un Torneo Nacional de Boxeo, realizado en Magangué, Ronaldo no solo fue campeón en los 60 kilogramos sino que se ganó el trofeo del boxeador más técnico. Superó a rivales de Córdoba, Tolima y Cesar. A todos los venció 3-0. “Desde la primera pelea todo el mundo me decía que sería el boxeador más técnico porque yo peleaba muy bonito. Y así fue al final”, sostiene.
“No fueron rivales fáciles, pero igual les gané relajado”, agrega ‘Peñita’, quien mide un metro y 80 centímetros, pesa 62 kilogramos y calza 42.
Lo que más le gusta del boxeo es competir en torneos. Eso le pone la sangre caliente, lo activa y le inyecta adrenalina, esa que sale a flote en el mismo instante que se sube a un ring.
“Mi meta es ganar medalla en unos Olímpicos, ser campeón del mundo para sacar a mi familia adelante. Me duele como vivimos. Cuando yo tenga ese fajón de campeón le regalaré una casa en otra parte a mis viejos”, afirma.
Competir por el departamento genera en él un sentido de pertenencia muy especial. “Siento un honor, un orgullo muy grande cuando represento a mi departamento. Siempre lo doy todo. He ganado varios torneos nacionales en la categorías junior e infantil”.
Al preguntarle por sus cualidades como boxeador no titubea un solo instante, responde de una. “Soy guapo, tengo un buen jab y un excelente uno-dos. Soy rápido, me muevo con inteligencia en el ring, pego y no me dejo dar, tengo buena cintura y manejo el cuadrilátero a la perfección. Tengo buena pegada con la derecha”.
Tiene cualquier cantidad de peleas como amateur. Lleva una carrera que promete. “He perdido apenas 10 y ganado más de 100”.
Mayweather es su gran ídolo en el boxeo, pero en Colombia admira en la actualidad a Miguel Marriaga y, además, sueña con ser como Pambelé “para ser un campeón sólido como él”.
Su entrenador actual es Martín Valdés. “El Marti no quiere 'fiesta' conmigo, está contento, me dice que no me pierda del gimnasio, me felicitó por el tremendo torneo que hice en Magangué”.
“Quiero ese oro”
Es una de las grandes cartas que Bolívar tiene en el boxeo para los Juegos Nacionales de 2019. “El próximo año me iré prácticamente a vivir al Centro de Alto Rendimiento para la Región Caribe, en donde me darán de todo y estaré entrenándome para las próximas justas nacionales. Yo quiero ese oro para mí”.
No le gusta el licor, tampoco fuma, es un joven sano, que en sus ratos libres se divierte jugando fútbol, en el internet y escuchando la música champeta de Mr. Black.
Le fascina el arroz mixto con pollo y cerdo, pero ese plato poco lo ve porque el menú diario es arroz con huevo. “Mi suerte va a cambiar, ya verás que sí”, remata.
Rolando quiere dar el mejor golpe de su vida en un cuadrilátero. Su calidad en el ring no tiene discusión, sus ganas de triunfar son infinitas, ojalá y sus deseos puedan más que todos las dificultades que se le presenten.
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