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Strauss-Kahn, preso en una jaula de oro

REDACCIÓN MUNDO

21 de mayo de 2011 09:40 AM

Para un hombre de gustos caros como Dominique Strauss-Kahn, cambiar una celda en la mayor prisión de Estados Unidos por un elegante apartamento en el corazón de Manhattan debe haber sido como volver a casa. A menos, claro, que intente dar un paseo.
El ex jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) salió el viernes bajo fianza de la cárcel de Rikers Island, donde había pasado las últimas cuatro noches acusado de delitos sexuales, y vive ahora las surrealistas condiciones de su lujosa detención domiciliaria. 
Su jaula de oro está ubicada en el número 71 de la calle Broadway, en un edificio de apartamentos cerca de dos puntos emblemáticos de la ciudad: la Zona Cero y Wall Street. La histórica Iglesia de la Trinidad está al lado y la famosa tienda Century 21 queda a pocos pasos. 
Pero Strauss-Kahn, detenido el 14 de mayo acusado de intento de violación a una empleada de un hotel de Manhattan, no puede dar un paso más allá de su puerta. 
Incluso si pudiera, probablemente no se atrevería. Hordas de periodistas asedian la entrada del edificio, flanqueada por cuatro columnas de mármol y águilas esculpidas. Y a lo largo de la acera, los vehículos de TV satelital conforman un embotellamiento de tráfico de alta tecnología. 
Los vecinos del edificio, que viven en apartamentos de techos altos, con una terraza para hacer barbacoas y un gimnasio privado, no parecen muy entusiasmados con el famoso recién llegado.  
“Estoy un poco sorprendido”, dijo un hombre bien vestido al ver el circo mediático en la puerta de su casa. “Esto es surrealista”. 
Las vallas de metal que puso la policía para mantener las aceras despejadas no impidieron que los reporteros se abalanzaran sobre los residentes que entraban o salían. 
Gemma Harding, una mujer de aspecto glamoroso enfundada en un vestido blanco y una estola de piel sintética, trató de correr con sus zapatos de tacón alto, enceguecida por las luces de las cámaras. Pero los medios de comunicación la acorralaron. 
“No me gusta, me da un poco de miedo”, dijo sobre el nuevo vecino.  
Nicole Mitrovic, de 23 años, regresaba de una sesión de yoga cuando escuchó la noticia y estaba consternada. Como la mayoría de los neoyorquinos, había seguido los detalles de la humillante detención del ex jefe del FMI.  
“No me siento muy bien con esto. ¿Está bajo vigilancia? Como mujer me siento un poco preocupada por mi bienestar”, dijo Mitrovic. “Voy a estar atenta”. 
Hay pocas posibilidades de que Mitrovic o cualquiera de sus vecinos se topen con Strauss-Kahn, quien niega todos los cargos en su contra, pero sólo obtuvo la libertad bajo fianza en las condiciones más exigentes. Si trata de salir de su apartamento, de inmediato será detenido por un guardia armado.  
También será captado por una cámara de video, antes de que la tobillera electrónica que se comprometió a llevar las 24 horas alerte a más guardias de seguridad de que está tratando de salir.  
En este momento sólo se le permite salir por razones médicas.  
Pero en su próxima vivienda, aún no determinada, podrá asistir a servicios religiosos, visitar a sus abogados e ir a los tribunales. Todas las demás restricciones señaladas tras el pago de un millón de dólares de fianza y una garantía por otros cinco millones aportada por la defensa, se seguirán aplicando. 
Después de estar en el ala de aislamiento en Rikers, Strauss-Kahn puede disfrutar de una cama de verdad y buena comida. No puede salir a cenar en alguno de los muchos restaurantes del barrio pero, para su suerte, en Nueva York hasta el plato más exótico se puede pedir a domicilio. 

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