En los últimos tres años Colombia tuvo que soportar los rigores de un desplome de los precios del petróleo que causó una pérdida de $25 billones a las arcas del Estado, pero ahora las cosas han comenzado a cambiar.
Todo por cuenta del llamado ‘Efecto Irán’ luego de que el presidente estadounidense Donald Trump decidiera retirarse del acuerdo nuclear con ese país, lo que precipitó una fuerte alza en las cotizaciones del crudo.
El anuncio de la Casa Blanca hizo saltar en la última semana el petróleo tipo Brent a US$77 por barril, que no se registraba desde el 2014, mientras el crudo intermedio de Texas se trepó a US$71.
Esas tensiones geopolíticas podrían hipotéticamente elevar los precios del oro negro a niveles hasta de US$80 por barril o más, indica el economista del Bbva, Alejandro Reyes, aunque estima que “esa coyuntura podría corregirse hacia finales del 2018”.
Pero anota que todo dependerá de si los estadounidenses reaccionarán con una mayor oferta y reservas de petróleo de esquisto para compensar los faltantes si los iraníes dejan de inyectar crudo al mercado.
Cabe recordar, que Irán produce unos 4 millones de barriles por día, los cuales pesan mucho al lado de Arabia Saudita, Kuwait, Rusia, Canadá, Venezuela e Irak que tienen las mayores reservas del planeta.
Los países europeos –que no se retiraron del pacto nuclear— están intercediendo para que no haya fuertes alteraciones en las cotizaciones que perjudicarían a muchas economías.
La otra cara es lo que sucede en países como Colombia que podría vivir otra temporada de ‘vacas gordas’ a pesar de que no es una potencia petrolera. Todo porque su producción le permite exportar unos 426.000 barriles-día a los EE.UU. (de los 850.000 que extrae), lo cual le significa unos importantes ingresos fiscales, muy por encima de otras actividades económicas.
Tanto que la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol, en el primer trimestre del 2018 alcanzó una utilidad neta de $2,6 billones para un aumento del 195% frente a igual periodo del 2007 cuando habían sido de $886.000 millones. La mayor parte de ese dinero irá a reforzar las arcas estatales.
*BENEFICIOS INESPERADOS*
Frente a ese comportamiento, Daniel Velandia, director económico de la firma Credicorp Capital destaca que “lo que debe reconocerse es que casi nadie esperaba los actuales precios del petróleo. Hace tan solo un año se decía que era improbable que superarán los US$65 y ya vamos para US$80”.
En su concepto, anota, “creo que el tema ha sido una combinación entre mayor demanda por mayor crecimiento mundial, pero en particular por problemas de oferta por riesgos geopolíticos”.
Agrega, sin embargo, que “la incertidumbre seguirá siendo alta pero la expectativa de mayor producción de EE.UU. en el futuro, mayores tasas de interés globales y menores tensiones geopolíticas deberían permitir alguna reducción de los precios del petróleo entre 6 y 12 meses”.
Asimismo, lo positivo —recalca Velandia— es que un aumento de US$10 en el precio del crudo puede incrementar hasta en dos puntos porcentuales el crecimiento del PIB en Colombia en dos años y los ingresos fiscales en cerca de 0,4% del PIB.
Otra cara positiva destaca el analista Alejandro Reyes, al recordar que en Colombia podría reactivarse la producción que estaba suspendida en algunos campos petroleros cuando los precios se fueron al piso, lo mismo que el reforzamiento de las inversiones en nuevas exploraciones.
Y ante todo, para que el país siga siendo autosuficiente más allá de 10 daños.
*MÁS DINERO E INCERTIDUMBRE*
En ese sentido, el presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet), Julio César Vera, calcula que los beneficios serán importantes si el precio del crudo se mantiene por encima de los US$60 por barril. Y a eso ayuda la mayor cotización del dólar.
Se calcula, por ejemplo, que solo en la actual coyuntura, el país estaría recibiendo alrededor de US$300 millones mensuales, los que dice el dirigente, “ayudarán al crecimiento económico y las inversiones sociales y en infraestructura”.
Pero, para otros analistas del mercado, esos dineros no deben ser motivo de fiesta, porque hasta el momento no es muy claro hasta dónde subirán los precios de los hidrocarburos.
Lo cierto es que no se volvería a los niveles de US$100 por barril que hubo en 2013 y 2012, a no ser que se produzca un grave conflicto bélico que comprometa los despachos petroleros.
Tampoco se debe hablar de una bonanza, ya que la mejoría en los precios “puede no ser sostenible a largo plazo, ya que el mercado petrolero es muy cambiante”, puntualiza el economista Eduardo Sarmiento.
*LO NEGATIVO DE SER UN PAÍS PETRÓLEO-DEPENDIENTE*
Siempre se ha dicho que Colombia —pese a los recientes desarrollos agrícolas e industriales— sigue siendo un país muy dependiente del petróleo, que es su mayor renta.
Eso lo reconoce el presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, Guillermo Botero, quien señala que “el petróleo es lo que más pesa hoy en las exportaciones. Mire lo que vale el impuesto de renta de Ecopetrol, más los dividendos que le entrega al Estado. Es importantísimo”.
Pese a ello, el economista Daniel Velandia pone de presente que “lo importante es que los precios altos del petróleo no traigan complacencia del próximo Gobierno porque hay que hacer las reformas necesarias”. Es decir, cambios en los campos pensional, laboral y tributario, entre otros.
En ese sentido, sin embargo, el Presidente de Fenalco, sostiene que “seguiremos siendo dependientes. Y en la medida en que tengamos revaluación con un dólar en $2800, cuando el año pasado cerró en $2864, pues obviamente, que estamos lejos de fomentar otros productos. Esto no se resuelve a punta de la exportación de aguacates”.
Botero se refirió tácitamente a la propuesta del candidato presidencial, Gustavo Petro, quien ha prometido fomentar más la exportación de aguacate Hass que de petróleo.
Otro aspecto negativo es que al subir el crudo, lo hace automáticamente el precio de la gasolina, tanto que se vaticina que este año podría llegar a $10.000 por galón, ya que el mismo se encuentra atado a los vaivenes del mercado petrolero.
Y pese a que se ha insistido en que se cambie esa fórmula, Julio César Alonso, director del Centro de Investigación en Economía y Finanzas, Cienfi, considera poco viable que el precio del combustible baje porque eso perjudicaría a los municipios que viven de la sobretasa que se cobra a los consumidores.
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