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Egipto: designación de militar como vicepresidente puede agravar descontento

REDACCIÓN MUNDO

30 de enero de 2011 10:26 AM


Mubarak designó el sábado, por primera vez en 30 años de poder, a un vicepresidente, el jefe de los servicios de inteligencia, Omar Suleimán, y a un nuevo primer ministro, el ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Ahmed Shafiq, ambos generales. 
Pese a estas designaciones, anunciadas poco después de mandar al ejército a patrullar las calles junto con la policía, las manifestaciones reprimidas han dejado un saldo de más de cien muertos en menos de una semana. 

A LA CALLE
El domingo, miles de personas habían vuelto a salir a la calle por sexto día consecutivo. 
Mientras tanto, Mubarak, cuya renuncia siguen reclamando los manifestantes, visitó el domingo el centro de operaciones de las Fuerzas Armadas para supervisar “el control de la seguridad”, indicó la televisión estatal. 
Para Amr El Shobaki, del centro Al Ahram de estudios políticos, el nombramiento como vicepresidente del jefe de los servicios secretos, el general Suleimán, y como primer ministro del también general Shafiq, difícilmente logre aplacar los ánimos de protesta de muchos egipcios. 
“El problema no son Suleimán y Shafiq como tales, sino la forma en que fueron designados, sin consultar al pueblo. Mubarak los nombró como se hacía antes”, estimó.
“Hay que hablar de reformar, dirigirse a los jóvenes a los que les vienen saliendo muy caras” las consecuencias de la movilización y la represión, recalcó. 
Estas designaciones también podrían deberse a un debilitamiento del poder de Mubarak, quien siempre se negó a nombrar un vicepresidente que pudiera hacerle sombra. 
“Mubarak está en un callejón sin salida. Sólo puede contar con los militares y trata de ganar tiempo”, declaró Rabab Al Mahdi, politólogo en la universidad estadounidense de El Cairo. 
La designación de dos generales procura “estrechar filas en el ejército en torno” al presidente, agregó, estimando que Mubarak tomó en cuenta lo ocurrido en Túnez. 
Las fuerzas armadas tunecinas se negaron a apoyar hasta las últimas consecuencias al presidente Zine El Abidine Ben Alí, quien terminó huyendo a Arabia Saudita el 14 de enero, tras dirigir a su país con mano férrea durante 23 años. 
Si bien Suleiman es un viejo allegado a Mubarak, se lo considera desde hace tiempo como uno de los candidatos a ocupar la presidencia del país en el futuro, cuando el actual mandatario, de 82 años de edad, haya abandonado el poder. 
Según un telegrama diplomático estadounidense de 2007 revelado por Wikileaks, pese a su “lealtad sin fallas” a Mubarak, Suleimán podría ser un dirigente “de transición”. 
Por su parte, Shafiq cuenta con el respeto de algunos sectores de la oposición. 
Los nombramientos tuvieron lugar en momentos en que parecía obvio que había divergencias profundas entre sectores dirigentes del país. 
Así, la televisión anunció la renuncia al gubernamental Partido Nacional Demócrata de Ahmad Ezz, eminencia gris de Gamal Mubarak, el hijo de Hosni, a quien también se ha considerado como sucesor potencial de su padre. 
El domingo, la prensa gubernamental criticó severamente a Ezz, un potentado del acero considerado hace tan sólo unos días como un dirigente imposible de criticar. 
Según el diario Al Ahram, el jefe de la bancada parlamentaria del PND, Mohamad Ragab, calificó a Ezz de “responsable de lo ocurrido en las elecciones legislativas”, que culminaron con una aplastante victoria del PND y acusaciones de fraude que deterioraron más aún la imagen pública de este partido. 
 

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