Columna


El dulce encanto de las Notarías

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

30 de junio de 2009 12:00 AM

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

30 de junio de 2009 12:00 AM

Para el común de los ciudadanos, las Notarías son esos recintos casi lúgubres en los que se autentican fotocopias, se obtiene el Registro Civil, o se sellan contratos matrimoniales. No obstante, tales establecimientos generan en la clase política un encanto similar al que producen las minas de oro. Históricamente las Notarías han sido apetecidas por caciques políticos o amigos cercanos al Gobierno nacional y con ellas se han tranzado alianzas, componendas y fidelidades políticas. Obtener un cargo de Notario parece ser lo más cercano a ganarse el premio gordo de la Lotería. Después de alcanzar tal “botín” su conservación y defensa se prolongaba inclusive por generaciones. Hasta hace muy poco tiempo, en algunos casos, las notarías se “heredaban” como las grandes fortunas. Para los entendidos, difícilmente puede haber un negocio que deje tanta rentabilidad, con mínimos niveles de riesgo como una Notaría. Las acciones financieras más grandes, transacciones industriales y de finca raíz multimillonarias, hasta los macroproyectos de desarrollo, entre las actividades visibles, se definen en los despachos notariales. El episodio más reciente, que permitía conocer de manera simbólica el valor que representan las Notarías, fue la entrega de una de ellas al parlamentario Teodolindo Avendaño, como pago del Gobierno por su ausencia en la aprobación a la reelección presidencial. Como si se tratara de un lingote de oro, Teodolindo vendió la Notaría, por lo que fue condenado en un proceso risible que confirmó el delito de cohecho de una sola parte. Pero tal episodio resulta minúsculo ante las nuevas revelaciones divulgadas por la revista Semana, en las que se demuestra que hubo una autentica feria de Notarías para pagar la reelección presidencial. No se trata de un nuevo señalamiento de los enemigos del presidente Álvaro Uribe, sino de Manuel Cuello Baute, quien se desempeñara como Superintendente de Notariado y Registro entre 2004 y 2006, y a quien correspondió nombrar a cada uno de los Notarios que el Gobierno le ordenó a dedo, para pagar favores políticos. Las revelaciones, que hacen parte del llamado proceso de la Yidispolítica, son de las más graves e irrefutables evidencias, de que la figura de la reelección presidencial se concibió, se aprobó y se cumplió, gracias a una serie de acciones en las que conjugaron el crimen y la corrupción. La elección de notarios por concurso, establecida por la Constitución de 1991, solo fue posible de implementar en 2007, luego de que el Presidente y algunos de sus ministros estrella impidieran el proceso, para dejar margen de maniobra en una negociación que implicaba numerosos ceros a la derecha, los cuales solo podían mimetizarse con la entrega de Notarías. Una tapa de diamante para un barril de estiércol. Difícil misión la que tienen ahora los investigadores. La “bola de nieve” de Yidis Medina se convirtió en una verdadera avalancha de proporciones insospechadas. Con nombres propios y números de decretos, el ex Superintendente de Notariado está señalando a los favorecidos con el reparto de Notarías a cambio de los votos reeleccionistas. ¿Todos correrán con la misma suerte de Yidis y Teodolindo? ¡Autentíquelo! germandanilo@hotmail.com

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