Innovación es un concepto que se ha venido popularizando en especial en el ámbito empresarial, pero ¿sabemos qué significa y lo que implica? Hemos reflexionado sobre ¿cómo aplicarlo a nuestras vidas y en especial a nuestro rol como empresarios, empleados, ciudadanos? El sobre uso y generalización del término, ha diluido la implicación que tiene. Los avances científicos nos han llevado a pensar que innovar sólo se refiere a tecnología, reduciendo a este aspecto el desarrollo del mundo y concentrando en él, el campo de la competencia global.

Innovar es un proceso que va más allá, exige renovar algo que existe, o se refiere al uso de una mejor y/o nueva idea o método. Convierte el conocimiento en valor agregado para los consumidores, compañías, cadenas de valor, y en general, para la sociedad, la más importante. Para resumir, su concepto se orienta a hacer mejores cosas y hacerlas mejor.

Como proceso, se exige del innovador pensar y actuar como tal, por ello es fundamental que desarrolle capacidad de crítica, análisis y creación y una actitud abierta al cambio y al trabajo en equipo, la resolución de problemas o creación de necesidades requiere de apuestas multidimensionales, pluriculturales y de muchas perspectivas del conocimiento.

Una característica importante del concepto, es que se genera a partir de acciones voluntarias, que permite a los visionarios y pioneros experimentar nuevas posibilidades que aunque pueden resultar inexactas, también pueden llevar a descubrimientos importantes y nuevas posibilidades de acción. Hoy la premisa que prevalece en cualquier sociedad o empresa es la de la dinámica al cambio permanente enfocada a la búsqueda de mejorar, que trasciende de lo económico y tecnológico a la de colocar puntales organizacionales y culturales que hagan feliz al cliente, al empleado, al directivo y en un sentido más amplio, a la sociedad.

La innovación se vuelve un factor esencial en nuestras sociedades miradas desde el proceso evolutivo, que para nuestras ciudades y territorios se convierten en escenario complejos, pero ricos en posibilidades. Al surgir nuevos objetivos, aparecen nuevas necesidades, se transforman las costumbres y los hábitos, que implican la transformación de nuestros entornos.

Como empresarios, debemos utilizar nuestro conocimiento acumulado y experiencias para imaginar el futuro que queremos para nuestra ciudad y construirlo liberando la creatividad dentro de nuestras organizaciones, empoderando y comprometiendo a quienes trabajan en ellas y fomentando una cultura de amor por el aprendizaje.

Vamos a redefinirnos, sin cambiar nuestra identidad, recordando que innovar es un deporte que requiere de trabajo en equipo y de creer en nosotros y en lo nuestro.

María Claudia Páez Mallarino

Presidenta de la Cámara de Comercio de Cartagena

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