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Cambian las pandillas por la paz

El Universal
Cartagena

Marylin Martínez Martínez

La muerte tocó más de una vez a Víctor Castaño Cáceres y por eso su cuerpo aún tiene las marcas de la guerra.

Para él es inevitable mirar las cicatrices causadas por balas y cuchilladas y no dejar de pensar en aquellos días en los que se dedicaba a delinquir y de paso generarle desdicha a todo su familia.

Hoy, un año después de haber enderezado su vida y decidir caminar por el sendero de la paz junto a una decena de jóvenes más que por años pertenecieron a pandillas y fueron el dolor de cabeza de los barrios San Fernando, Simón Bolívar y La Florida, sabe que para detrás no volverá ni para coger impulso.

Han pasado 12 meses desde que el Consejo Comunero y Juntas de Acción Comunal de estos barrios, que eran aplacados por pandillas, se reunieron para buscar una solución definitiva a tanto conflicto. Cuchillos, piedras y revólveres hechizos generaban pánico en la comunidad, que estaba azotada por los robos y hasta la muerte.

“Hace un año me fui acercando a los líderes de las pandillas que existían. Les comenté de la importancia de dejar estas bandas y que para eso teníamos un espacio donde podían compartir y dejar sus diferencias detrás, como lo eran las fronteras imaginarias que tantos muertos y heridos nos dejaron. Ese espacio es la cancha de La Florida, la que hoy en día es una escenario de perdón y reconciliación”, explicó Luis Eduardo García Meza, presidente de la JAC de esta comunidad.

Aceptaron la paz

Bayron Flórez Cantillo, de 27 años y exmiembro de la pandilla de San Fernando, recuerda como si fuera ayer el día en que lo invitaron a hacer parte de este proceso de convivencia ciudadana.

“Yo estaba en Sincelejo visitando a mi hijo cuando recibo una llamada en la que me comentaban que se estaba haciendo un proceso de paz. De igual forma me sorprendí que las pandillas de San Fernando y La Florida estaban arreglando sus diferencias, ya que el conflicto dejó a muchas personas heridas y muchas casas dañadas por peñones y tiros.

“Me vine de Sincelejo y cuando llegué a Cartagena me dicen que mi mejor amigo estaba hablando con los que yo peleaba. En el fondo me armé de valor y decidí llegar. Cuando veo a los muchachos con los que yo muchas veces me enfrenté, me recibieron con un abrazo, con un saludo y otros me besaron porque tenían el anhelo de no seguir con una vida miserable”, contó Bayron en medio de lágrimas.

Después de este proceso se siente libre y bien recibido en todas partes a donde antes no podía llegar. Además, los días de semana estudia en la Escuela  Taller y no tiene que robar para salir adelante.

Por su mamá

Para Víctor Contreras, de 22 años, lo que lo motivó a empezar una nueva vida era la posibilidad de acabar con la mala vida que le daba a su madre.

“Mi familia, mi mamá, mis hermanos y mi abuela me motivaron a cambiar. Mi invitación para todas las personas que están en el camino del mal es que tomen consciencia y piensen en su mamá, en que si verdad la quieren no le den esa mala vida”, concluyó.