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La vida es una escuela taller

Julie Parra Benitez
Cartagena

Es una guerrera:  su valentía le eleva el espíritu y encara todos los tropiezos con una sonrisa en el alma. Mirlidis Romero Montalvo tiene un poco más de un metro de estatura y empezó a caminar a sus 10 años. Ahora, con 35 años, es una mujer en condición de discapacidad que no tiene barreras para luchar por una mejor vida para ella y su hijo de seis años.

“La gente me decía que no iba a poder terminar la primaria, pero mi mamá nunca prestó atención a eso. Y a mí siempre me ha gustado estudiar y salir adelante”, recuerda.

Con la ayuda de una fundación, recibió tratamiento terapéutico y apoyo psicológico. Desde entonces aprendió a defenderse por sí sola. Terminó el bachillerato y aprovechó todas las oportunidades para seguir aprendiendo: tomó talleres de tarjetería, decoración, pintura en vidrio y luego ingresó a la Escuela Taller Cartagena de Indias (ETCAR) para formarse como técnico en carpintería.

Cuando quedó embarazada tuvo que guardar reposo. No podía trabajar y se dedicó a hacer cursos de mercadeo y ventas, y servicio al cliente, con el Sena, y de manualidades con una caja de compensación. “Nunca me ha gustado estar sentada viendo las cuatro paredes. A mí me gusta trabajar”, asegura.

Luego de un tiempo de haber dado a luz empezó a trabajar en una lavandería y también a colaborar con la misma institución que le brindó apoyo. El año pasado, regresó a la ETCAR a estudiar jardinería, se graduó y allí encontró ese trabajo estable que necesitaba para sostener a su hijo. “Con lo que me gano mantengo a mi hijo, le compro su comida, sus meriendas y le pago a mi cuñada para que lo cuide mientras trabajo, y ayudo a mi mamá. Soy madre soltera y mi hijo está bien es por Dios y por mí. Yo soy mamá y papá para él”, dice.

Un cambio de vida
Jair Peña Lozano dejó las esquinas, las peleas y las drogas para mejorar su condición. “Un día, un líder comunitario nos comentó que aquí (en la Escuela Taller) había una convocatoria, así que varios compañeros y yo nos inscribimos”.

Jair tiene 21 años y vive en el barrio Nelson Mandela. Él no quiere ser otra víctima de una guerra sin sentido entre fronteras imaginarias, en la que ha perdido a varios de sus amigos.
“Al principio no quería venir, pero un compañero, que asesinaron hace como un mes y era como un hermano para mí, me impulsaba para que viniéramos. Yo nunca me imaginé estudiar ni nada pero esto me fue gustando y me ha cambiado mucho. Ya no tengo tiempo para estar en la calle y ahora ando tranquilo, ahora sí recapacité. Después que termine la carpintería aquí, quiero trabajar para ganarme la vida y me gustaría seguir estudiando”, concluye Jair.

La Escuela Taller
En 1992, durante la celebración de los 500 años del descubrimiento de América, la Cooperación Española fundó en Cartagena la primera Escuela Taller de Colombia y en ese momento de América Latina, basada en unas casas de oficio que existían en España, con oficios tradicionales de la época. Fue pensada para conservar y preservar nuestro patrimonio histórico.

La ETCAR es una institución que se dedica a formar jóvenes de comunidades vulnerables, entre los 18 y 28 años, en oficios tradicionales y recientes relacionados con el patrimonio cultural. “Por esta escuela han pasado más de 5.400 jóvenes. Le damos prioridad a jóvenes desvinculados del conflicto armado, jóvenes en riesgo, víctimas de la violencia, personas en situación de discapacidad, madres cabeza de familia”, agrega Leysi Rivera Usme, directora académica.

Así como Mirlidis y Jair, la Escuela Taller, sus estudiantes y sus egresados, son unos héroes de nuestro patrimonio, porque trabajan para conservar nuestras fortificaciones y nuestros bienes culturales. Una labor... ¡A lo bien por Cartagena!

El 2 de septiembre, la Escuela Taller cumple 25 años formando a jóvenes bajo la premisa ‘Aprender haciendo’.
Jooglis Sánchez Polo tiene 29 años. Llegó de Majagual, Sucre, en el 2008 y se vinculó a la Escuela Taller ese mismo año en el programa de albañilería.

Contrato

La ETCAR fue delegada por el Ministerio de Cultura para administrar las fortificaciones de Cartagena, mediante un contrato interadministrativo de comodato firmado en el 2012, hasta octubre de 2017, con la posibilidad de ser prorrogado por cinco años más.

Dentro de los programas de formación técnica se encuentran: cocina, carpintería, albañilería y pintura. Programas complementarios: cantería, jardinería, electricidad, fontanería y construcciones livianas.