Este jueves, los colombianos le dijeron adiós a quien fuera considerado el primer caballero de la televisión nacional, pese a que no nació en este país. Fernando González Pacheco fue despedido en medio de lágrimas, aplausos y también alegría, pues ese fue el estado que más lo caracterizó en sus más de 40 años al servicio del espectáculo.
Desde el miércoles, cientos de personas entre familiares, seguidores y artistas, se reunieron en la Funeraria Gaviria, ubicada al norte de Bogotá, para acompañar el cuerpo sin vida del carismático presentador, luego de que una afección respiratoria terminara llevándoselo la noche del martes en la Clínica El Country de la capital.
En la capilla del Gimnasio Moderno, sobre el medio día, se llevaron a cabo las honras fúnebres y una misa por su eterno descanso, allí asistieron los amigos más cercanos a Pacheco para despedirlo. Junto al féretro, cubierto por una bandera del equipo capitalino Santa Fe, del cual era hincha, se encontraba quien fuera su mejor amigo José Gabriel Ortiz, el hombre que lo acompañó en sus últimos momentos y que conoció de primera mano las dolencias del colombo-español.
De acuerdo con las personas más cercanas a González, el artista vivía en una profunda depresión, pues a causa de su enfermedad y otros hechos personales, tuvo que dejar de hacer lo que más le gustaba en la vida, estar en la televisión ya fuera actuando, presentando o cantando.
Pacheco nunca dejó de soñar con su regreso a las pantallas colombianas, pero a pesar de esa tristeza que lo embargaba por no hacerlo, jamás se mostró ante la sociedad como un hombre sufrido, al contrario, su sonrisa se vio reflejada hasta el último momento.
Luego de este homenaje póstumo, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio Jardines de Paz, a las afueras de la ciudad, donde fue cremado.
Fernando González Pacheco pasó los últimos cinco años de su vida batallando contra una afección cardiorespiratoria que terminó debilitándolo, a tal punto de tener que movilizarse en una silla de ruedas y cargando un tanque de oxigeno. Sus ojos se cerraron definitivamente el 11 de febrero a la edad de 81 años.
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