Hoy se estrena Lady Tabares, La vendedora de rosas, una historia inspirada en la mujer que en un momento de su vida pasó de vender flores a desfilar en la alfombra roja del festival de cine de Cannes por interpretar a un personaje que reflejaba la realidad de la sociedad paisa de los 90. Natalia Reyes, protagonista de la serie, habló sobre su participación en el proyecto.
¿Cuántas rosas vendiste haciendo Lady, la vendedora de rosas?
“Uy ya perdí la cuenta. Fueron muchas. Lo que representa cada rosa es la supervivencia, esa lucha de conseguir lo necesario para terminar el día, eso fue lo que más vendí, esa historia de las personas que están en la calle buscando, de las formas más creativas, la forma de sobrevivir”.
Cada rosa tiene su espina, ¿cuál fue la espina de este proyecto?
“Yo no diría espina, lo que pasó es que tuve que ser muy consciente de la realidad tan espinosa, dolorosa, triste e injusta que tiene que vivir un personaje como Lady”.
¿Cuáles fueron esos recursos actorales que usaste para interpretar a Lady?
“Creo que este personaje me obligó a sacar todos los recursos, armas y herramientas que podía tener como actriz y como ser humano para poder afrontar aspectos como el dolor, la alegría, la superación, la cárcel, la muerte... Es el reto más grande que he tenido en mi carrera”.
¿Cuánto tiempo pudiste compartir con Lady?
“Con ella pude compartir muchas veces: antes de empezar a grabar el proyecto, en grabaciones otras dos veces y seguimos muy en contacto. Ella ya entró en el mundo del whastapp, tiene Facebook y por estos medios estamos en contacto ”.
¿Qué fue lo más impactante de la historia de Lady?
“Una de las imágenes que más me impactó fue cuando le dieron la casa por cárcel, que fue cuando la conocí y la visité por primera vez. Ella me contó que había llegado a su casa y que todavía tenía la costumbre de cargar siempre con ella el cepillo y la crema de dientes, porque en la cárcel te lo roban o lo vuelven un arma. La misma Lady se sorprendía a veces de estar cargando con esto todo el tiempo dentro de su propia casa”.
¿Cuál fue el aspecto más difícil de tratar con ella?
“Sentí en algún momento que Lady todavía tenía dolor con la película. No con Víctor, porque ella lo adora y son muy cercanos, es como el papá que nunca tuvo, pero todavía está sanando el tema del filme, está intentando desligar el éxito de la película con la desgracia que le vino después. Yo creo que la película no fue el problema, fue el reconocimiento, lo que le jugó mucho tiempo a favor, pero ahora le juega más en contra”.
Eres bogotana, ¿cómo hiciste para convertirte en una paisa más?
“(Risas) Pues tengo familia paisa y muchos amigos de Medellín y la conexión con este proyecto fue increíble. Vivir esos meses en la ciudad fue volverme a conectar con esa cultura paisa tan cálida y maravillosa, y que también tiene su oscuridad, que es un poco de lo que muestra la historia. El ADN paisa es el ADN de los colombianos con esa verraquera que los caracteriza, pero también es esa obstinación extremista, radical y cerrada de la tacita de plata. Medellín es un oasis que le da un sentido de pertenencia a los paisas maravilloso, pero a veces también los hace una cultura cerrada a cosas nuevas y diferentes”.
¿Qué opinas sobre los actores naturales?
“Como actriz, representan una amenaza a mi ingreso salarial (risas), pero respeto el trabajo de Víctor Gaviria, porque lo bonito de esta serie es que es un homenaje a él, a este gran cinematógrafo y ser humano. La filosofía que tiene él sobre los actores naturales es admirable y única y en general aplicar esta técnica como una moda y una pandemia, como se está volviendo hoy, es un arma de doble filo, porque se empiezan a usar a los seres humanos como máscaras y portadas que después se desechan. Cuando no tienes formación como actor, puedes ser actor de una sola vez, de una cara, de un personaje, y puede volver a una persona un objeto de uso y desuso”.
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