Columna


Germán Ríos Brú, pintor del Sinú

AP

02 de julio de 2009 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

02 de julio de 2009 12:00 AM

Ahí están el mítico Sinú y sus aguas lustrales pobladas por el bocachico y la icotea. Y su robusta fibra vegetal de ceibas y campanos creciendo desde el primer día del mundo. Y su fauna fluyendo perpetua en la memoria. Y sus pájaros fabulosos que no cesan de cantar. Ahí están como si no estuvieran. Y cantan como si no cantaran. Y remontan su río de aguas verdes, prietas, cristalinas, como si nunca acabaran de pasar. Basta asomarse por los trazos magníficos de Germán Ríos Brú, para desentrañar en la manigua, en la sabana, en el río, en la ciénaga, en los atardeceres y en los amaneceres, en los destellantes crepúsculos, en el mugido del cebú, en el olor de sus maderas y frutas, el mítico Sinú. Todo está ahí, en sus cuadros, como un canto perpetuo, un fluir de aguas verdes, cristalinas y prietas; un florecer del campano y la ceiba; un perenne vuelo del halcón, la oropéndola y el azulejo; un vasto y sólido amarillo de arrozales y maizales; un batir de alas sin fin de guacamayas, barraquetes, garzas y pisingos; un bramido aromático de amaneceres del Sinú; un viento viril copulando placido con la salmuera arrebatada del Caribe en la boca acezante de Tinajones. Vivos y palpitantes, ahí están los relieves de la identidad, las formas que dicen de las honduras de esa identidad que se expresa en multiplicidad de seres; en el ser que es presencia en cada trazo; en cada figurita oculta en la maciza vegetación que imagina y transmuta la realidad circundante desde la realidad real que insta la contemporaneidad. Cada trazo, cada pincelada de Germán Ríos Brú, lleva la fuerza de lo telúrico, la energía de la vegetación, el resuello vigoroso de la fauna multiplicada y renacida, la inmanencia del agua sacralizando la materia. Y vuelve el Sinú a cobrar vida en sus lonas costeñas recubiertas de colores; a devolvernos su portentosa belleza desde esa otra dimensión de lo real que es el Arte. A develarnos en el lenguaje plástico esa magia vegetal que el alsaciano Luis Striffler, el expedicionario del Sinú, describiera como fantástica. Todo cuanto asoma en los trazos, signos y señales de Ríos Brú, no viene a ser más que la inmersión en una realidad que connota desde lo más íntimo los relieves y coordenadas del ser, hacer y significar del hombre que habita y transita este universo de formas, esencias, sonidos y colores que es el Caribe. Y deja en su paisaje huellas indelebles; pasos que transitan caminos y atajos tras la búsqueda incesante de nuevas formas y expresiones que proclamen la perennidad de su naturaleza universal. La misma, múltiple y proteica naturaleza que Germán Ríos Brú, proclama en sus trazos, reafirma en su vocación y convoca y devuelve en la inmanencia de esas figuritas que nos asoman al prodigioso portento de mitologías, cosmogonías y existencias que es el Sinú. ¡El fantástico Sinú! elversionista@yahoo.es

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