Japón puede sufrir “apagones”

Las compañías regionales de electricidad de Japón presionan al gobierno y al público para que se autorice el funcionamiento de sus reactores nucleares, casi todos apagados, argumentando que hay riesgos de fuertes “apagones” en los próximos meses. 
Kansai Electric Power, que abastece una parte del occidente de Japón, sobre todo las ciudades industriales de Osaka y Kobe, advierte que puede sufrir una insuficiencia de corriente de 19,3% en julio y 16,3% en agosto, si sus centrales atómicas siguen fuera de servicio durante esos meses, cuando el aire acondicionado profesional y doméstico es utilizado al máximo. 
Kyushu Electric Power, que suministra electricidad en el suroeste, así como Hokkaido Electric Power, que presta sus servicios en el norte, pretenden igualmente no estar en condiciones de responder a la demanda estival sin recurrir a la energía nuclear. 
El gobierno está a favor de que se pongan a funcionar los reactores que han pasado con éxito las pruebas de resistencia a las catástrofes naturales y que asimismo responden a un cierto número de criterios de seguridad, pero los concejales de esas ciudades, cuyo acuerdo es necesario, son reticentes a asumir esta responsabilidad ante la desconfiada ciudadanía.  Los industriales desean igualmente que las instalaciones nucleares entren de nuevo en servicio, amenazando, en caso contrario, con desplazar sus plantas de producción al extranjero. 
La oposición del público a la energía nuclear se ha intensificado desde el accidente de la central atómica de Fukushima (noreste), cuatro de cuyos seis reactores sufrieron graves daños a causa del terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011. 
Una docena de reactores fueron apagados a causa de ese desastre y todos aquellos que se encontraban fuera de servicio ya, o en mantenimiento, no pudieron arrancar de nuevo a causa de las condiciones impuestas. 
Actualmente solo uno de los 50 reactores de Japón está funcionando, aun cuando debe ser apagado el 5 de mayo para un mantenimiento de rutina. 
Para compensar, las compañías han aumentado las capacidades o puesto en marcha sus centrales térmicas, lo que aumenta sus gastos en hidrocarburos y también la contaminación con el dióxido de carbono (CO2).