Manuel Vanegas, campesino que le canta a la tierra

Cuando Manuel Vanegas Martínez apareció de las entrañas de la madre, germinado con ayuda del sudor de su padre percibió que había nacido en una tierra mágica y única.
Desde pequeño sintió inmensos deseos no solamente de cultivarla, sino también de cantarle y dedicarle los más bellos versos y poemas.
La musa que lo parió e inspiró toda la vida ha sido la Depresión Momposina, uno de los lugares más fértiles del mundo y en donde Dios le dio esa dicha.
Aunque ya alejado de él, este hombre campesino aún vive del campo, pues saca de sus propias raíces las palabras con las que en tarima deleita a los amantes del folclor.
Vivió hasta los 20 años de edad a orillas del Río Mojana, desarrollando con su padre las labores del campo e inspirado por la música de Alfredo Gutiérrez y Lizandro Meza, entonces dejó su lecho y se fue a la ciudad.

Su inspiración
Cuenta que desde pequeño le llamó mucho la atención el acordeón y los mensajes de las canciones de la época, los cuales eran cortos, pero muy dicientes y de ellos se enamoró hasta lograr dominarlos y crear los propios.
Y es que este hombre nacido en Pisa, municipio de Sucre, región de la Mojana, construye canciones y décimas a partir de un suspiro del monte, del perfume de una mujer, de la alegría, de la tristeza o simplemente de la nada.
Manuel recuerda que aún siendo niño, los parranderos del pueblo lo iban a buscar a su casa, pues ya sabían que componía versos y se enfrentaba a punta de décimas con experimentados verseadores.
Su pueblo natal para entonces tenía unas 120 casas, la residencia de sus padres estaba retirada, se llegaba a través de un caño en unos 15 minutos, sin embargo, los parranderos hacían la dura travesía, pues veían en él un diamante en bruto.
Fue precisamente a su pueblo al que Vanegas Martínez le compuso su primer verso: “Voy a hacer un enreda la pita de todo el pueblo pisero, la gente que vive en Pisa, los viudos, casados y los solteros”.
Inicialmente, tomaba la melodía de otros artistas para cantar sus versos, pero cuando tenía 13 años de edad hizo su primera canción con musicalidad y la falta de instrumentos y recursos no lo frenaron, por el contrario acrecentaron su fuerza.
Hoy tiene alrededor de 10 canciones grabadas, una de ellas es: “El Hijo del Campo”, inmortalizada por el “Pollo Caucano”, Miguel Durán y de donde este sencillo y amplio personaje tomó el apodo con el cual es reconocido en la actualidad.
Este tema nació en la década de los 90 y fue escrita en un pedazo de cartón mientras su autor reposaba el almuerzo en medio de una de sus muchas jornadas como vendedor ambulante de mercancía a crédito en Sincelejo.
Encierra la cruda realidad del campesino, que como primer motor de la sociedad, no se le abona casi nada. En 1996 ganó el VI Festival del Recuerdo de Guaimí (Córdoba), concurso para el cual le fue encargada por un amigo la canción “El hijo del campo”.
Manuel se ha quedado con los primeros lugares de 17 de los alrededor de 80 festivales en los que ha participado, paseándose por la región comprendida por los departamentos de Antioquia, Córdoba, Bolívar y Sucre.
Pero sueña con estar algún día en la tarima del Festival de la Leyenda Vallenata y que sus conocimientos recogidos a lo largo de la vida sean aprovechados por los gobiernos de los pueblos de la región para hacer escuela de nuevos decimeros.
Para este año, Manuel Vanegas Martínez espera lanzar su primer disco compacto en donde condensará alrededor de ocho temas inéditos que él mismo cantará arropado por sus músicos, todo en defensa del folclor nuestro.
Piensa que aunque parezca siempre morir, el costumbrismo perdura y aquellos jóvenes que hacen música pasajera se darán cuenta cuando maduren que el folclor sabanero es algo muy rico y necesario para cultivar la propia cultura.
Se describe como un hombre que nació entre la tristeza, pues se crió solo con su padre, un campesino ciego. Su madre se ausentó desde muy temprano, pero la música llegó a ponerle un manto a esa amargura y ahora tiene muchas alegrías.