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Tributo literario a la alegría de la democracia conquistada

COLPRENSA

17 de mayo de 2011 12:01 AM

Con “Los días del arcoíris” ganó el premio Planeta Casamérica. “Si la novela relata el triunfo de la democracia, cómo no contarla con alegría”: Skármeta.
En 1988, tras 15 años de dictadura chilena, Augusto Pinochet buscando el aval internacional, decidió hacer un plebiscito donde el pueblo decidiría si quería ocho años más con él en el poder o deseaban un cambio de gobierno.
Durante esa década y media en la televisión no se podía decir nada en contra de Pinochet, pero para el plebiscito se permitió una intervención de la oposición, de 15 minutos en directo, en cadena nacional, lo que marcó la diferencia y permitió iniciar el cambio de gobierno que se daría dos años más adelante.
Esa historia, ese momento de total dignidad de un pueblo y de paso fundamental a la democracia, lo retoma Antonio Skármeta en “Los días del arcoíris”, novela con la cual ganó este año el premio Planeta Casamérica, y que es un homenaje a todos héroes y artistas que lograron terminar con los días más oscuros de Chile.
El autor de “El entusiasmo”, “Ardiente paciencia”, “La boda del poeta” y “El baile de la victoria” presenta un relato ágil a través de las vivencias de un adolescente estudiante que tiene que ver como secuestran a su padre, su maestro de escuela, en medio de la clase. Además, la historia de un publicista exitoso pero sin trabajo por su férrea oposición al gobierno, quien desarrolla toda la campaña entorno al “No”, con el fin de terminar con la dictadura.

Tributo a la alegría
¿Cómo ha sido recibida esta novela en Chile, al tocar un tema tan sensible como el paso a la democracia en los años ochenta?
—Hay un entusiasmo entorno a ella. He sentido que la novela ha capturado al chileno que decide empezar a leerla y los emociona. Aun no tiene crítica formal porque apenas está saliendo, pero los primeros lectores se han emocionado, cosa que me alegra profundamente porque es un excelente primer paso.

Una obra llena de alegría relatando el paso de la dictadura a la democracia…;
—Hay un equilibrio en la novela. Es una historia de sombras, pero desde la mirada pura y tierna, no carente de humor, gracias a un narrador muy joven (18 años), lo que le da un matiz distinto a los hechos allí narrados.
Por otro lado, la campaña publicitaria del No a Pinochet estuvo tan llena de gracia, de alegría, de magia y subrrealista, que llena a la novela de espontaneidad, lo que hace que se compense los aspectos más oscuros de los hechos, con una luz que inunda toda la novela.

¿Cómo definiría esta novela?
—Si hay que definir la obra me gustaría creer que es una novela luminosa. Termina con una luz intensa, llevando al lector a la energía de la libertad. Es una novela celebratoria que puede impactar entre los jóvenes, junto a un homenaje a los maestros.

¿El plebiscito fue un error de Pinochet en sus aspiraciones?
—Pinochet no contó con la fuerza vital del pueblo por la libertad. Usó esos 15 minutos en televisión para impactar y permitir que el No ganara. La oposición, dividida en más de 18 grupos, se volvió una sola, un arcoíris, que es uno sólo pero con muchos colores, para que los demócratas chilenos hablaran, aparecieran con toda su imaginación y ansias de libertad. La novela es un relato desde la ficción de lo obtenido.

¿Y después del plebiscito?
—Luego del triunfo del No se presentaron elecciones democráticas y las gana un gran presidente Patricio Aylwin, quien tiene la dura tarea de gobernar con todos los militares que apoyaron a Pihochet, quizás el momento de mayor fragilidad de la democracia.
Debió desarrollar el proceso de investigación de violación de los Derechos Humanos durante la dictadura, conociendo todas las atrocidades conocidas, pero también admitiendo, por televisión y con los ojos llorosos, que “se hará justicia en la medida de lo posible”.
Es un tema que se discute en la novela. Los valores deben ser absolutos, no a medias y menos cuando la democracia chilena se encuentra en su momento más frágil. Afortunadamente se afirmó con un gobierno sólido que entendió que una democracia es un bien muy grande que hay que saber cuidar, que hay que tener conciencia que es costosa de lograr. “Los días del arcoíris” es un guiño generoso a las libertades que nosotros disfrutamos.

Siendo una historia tan cercana a usted, quien tuvo que exiliarse en tiempo de dictadura, ¿Cómo fue el proceso de escritura?
—Siempre supe que la escribiría en un tono alegre, de afirmación y de mucho cariño. No es una novela escrita en medio de las turbulencias, lo está desde la democracia conquistada y tan estable que ahora es posible la alternancia del gobierno como hace poco ocurrió.

“Los días del arcoíris”, ¿Novela de jóvenes para jóvenes?
—Los jóvenes son fundamentales en mi literatura, como es evidente en “El Cartero”, pero aquí también lo son los maestros, quienes trabajan arduamente por los jóvenes. A los maestros les tengo mucho cariño porque tuve grandes maestros en mi vida, cuentan con una vocación especial y en nuestros países un sueldo miserable.
Es un momento y una oportunidad para que los jóvenes sepan lo que ocurrió en 1988, porque es gracias a lo logrado ese año es que ellos gozan de la democracia actual. Si la novela relata el triunfo de la democracia, cómo no contarla con alegría.
 

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