Regional


Insólito sepelio de un perro

NIDIA SERRANO M.

07 de septiembre de 2009 12:01 AM

Todos los habitantes de Ayapel corrían presurosos hacia la casa de la delegada del Ministerio de Transportes en Córdoba, Rosa Emilia Marchena. Unos lo hacían para dar el pésame y otros para curiosear, pues el muerto era Lucas, su viejo y fiel perro. Tal y como se suele hacer con los seres humanos Lucas llegó en un ataúd. Llevaba 10 días de estar hospitalizado en una clínica veterinaria de Montería donde finalmente murió por un proceso infeccioso. Ante la noticia de su muerte su dueña, quien se encontraba en Bogotá en ese momento, dispuso todo para que Lucas recibiera la sepultura que se merecía. Un ataúd, velas, tinto y aromática como en un velorio normal. Lo velaron en la sala de la casa, en un pequeño ataúd, con cirios a los lados. Se ofició la santa misa tal y como suele hacerse en el ritual católico, rezaron el rosario la noche anterior y se dispuso todo para darle cristiana sepultura en el Rancho de Lucas, finca de propiedad de Marchena, la dueña del afortunado canino. La noticia se regó como pólvora en el pueblo. Unos lamentaban la muerte de Lucas por ser el único compañero de Rosa Emilia, quien no tiene hijos, y otros consideraban que se trataba de una burla con la fe y los ritos de la Iglesia. Varios mototaxistas fueron contratados para que llevaran a sus perros al sepelio de Lucas, mientras los amigos de la funcionaria esperaban que ´ésta llegara de Bogotá, de donde tomó el primer vuelo en la mañana de ayer para llegar al sepelio de Lucas. No alcanzó a estar presente, pues a Lucas hubo que llevárselo rápidamente pues los que lo acompañaron en el velorio ya no soportaban los fétidos olores. En caravana con mototaxistas se llevaron el ataúd de Lucas para la finca donde en tantas oportunidades había estado y allí le dieron sepultura, no sin antes escucharse los consabidos lamentos y gritos de dolor.

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