La Boquilla también es Cartagena

Pese a la cantidad de factores que, en los últimos años, han deteriorado la calidad de vida del corregimiento de La Boquilla, cartageneros y foráneos siguen prefiriendo a ese pueblo como el balneario ideal para pasar el fin de semana. Por eso, el gran renglón económico de los boquilleros es en estos momentos el turismo, pues ahí siguen sus playas, sus restaurantes de co-mida marina y sus salones de baile como la gran referencia del esparcimiento dominical. Pero una de las primeras anomalías que se le notan es el impresionante problema ambiental que allí se respira. Sí, se respira. Porque son los malos olores los que le hacen la recepción al visitante, aunque los nativos parecen estar más preocupados por el servicio de energía eléctrica y por la pavimentación de las calles que por su propia salud. Mientras en cualquier esquina se ven los montones de basura; y en algunos patios malamente sobreviven los fragmentos de la Ciénaga de la Virgen invadidos de residuos sólidos y de excrementos humanos y estiércol, los boquilleros aspiran a que se les instalen más postes del alum-brado público, a que la energía eléctrica sea permanente y a que las facturas les lleguen con la tarifa que corresponde al estrato dos, al que se supone pertenecen. José González, presidente de la Junta de Acción Comunal, al igual que la mayoría de sus coterráneos, supone que la no pavimentación de las calles, el mal servicio de energía, el alcantarillado deficiente y las construcciones de los grandes inversionistas en los alrededores son estrate-gias del Gobierno Nacional para que los boquilleros abandonen su territorio, dejando campo libre al desarrollo de algún macroproyecto turís-tico en el que ellos no están incluidos. “Y ahora será peor con el asunto de la concesión de playas que anunció el presidente Uribe —auguran—, porque aquí nadie tiene plata pa-ra competir con los grandes negocios que se avecinan”. La pesca agoniza La Boquilla tiene cuatro veredas: Manzanillo, Tierrabaja, Puerto Rey y Zapatero, cuyos habitantes también viven del turismo y de la pesca, renglón que, según afirman los lugareños, se está moribundo. “La construcción del anillo vial acabó con la ciénaga —dice el presidente de la JAC—, porque taponaron todas las escorrentías y espacios que servían para que ese cuerpo de agua se alimentara y respirara. A parte de eso, tumbaron más de dos kilómetros de mangle; y las especies de las que vivíamos, además de no tener oxigeno, no encontraron dónde poner sus huevos, y se fueron extinguiendo”. También asegura que los constructores de edificios que crecen a la entrada del pueblo, “nos están perjudicando, porque arrojan los escom-bros sobre las salidas de las aguas pluviales; de ahí que, cuando llueve, nos inundamos. Y lo otro es que el icopor que usan en sus construccio-nes está contaminando todavía más nuestros cuerpos de agua. Y ninguna autoridad se hace ver”. Por lo anterior, la llamada industria sin chimeneas se presenta como una alternativa obligada, aunque traiga arrastrando en la cola algo de turismo sexual, drogadicción y latrocinio, lacras contra las que la JAC dice estar luchando con todas sus fuerzas. Salud: S.O.S. Los boquilleros se sienten vulnerables hablando de salud, pues sólo cuentan con el “Cap. La Boquilla”, para ellos, sus cuatro veredas. En este centro hay 8 médicos generales y dos odontólogos, quienes trabajan pese a las malas condiciones: constante desabastecimiento de insumos, apagones diarios, revueltas del pueblo y falta de ambulancias. Según el nativo Alejandro Valiente Gómez, durante el fin de semana no se suministran medicamentos a ningún paciente, sin importar la gravedad del caso. “Si uno tiene carnet y se enferma de sábado a domingo —explica—, no puede reclamar las medicinas. Le toca comprarlas por aparte o es-perar a que sea lunes”. Los médicos ratifican que no hay resolución con la Ley 100, puesto que sólo pueden atender patologías de nivel uno, tales como fiebres, dolor de cabeza, entre otras. Si la situación es más grave (infarto, herida de tórax, etc.) se cataloga como nivel 2 ó 3. Entonces, este paciente debe ser remitido a una clínica en Cartagena. “Mientras esperamos a que nos avisen —cuentan— en cuál hospital público hay camillas disponibles, familiares y amigos de los pacientes, conspiran en contra del personal médico”. Es que les falta una ambulancia para las emergencias. Alumnos apretados Los dos colegios oficiales carecen de espacio: tienen a su cargo a unos cinco mil estudiantes, no cuentan con patio y les toca improvisar sa-lones en los restaurantes y playas. En la sede principal del “Instituto Educativo Técnico de La Boquilla” (Ineteb), hay casi dos mil alumnos, que se disputan diariamente los baños, las aulas de clase y las computadoras. Las niñas, explicaron que “sólo contamos con tres inodoros; y los niños, con dos orinales. Así que nos toca quedarnos todo el recreo en una fila esperando el turno”. Según los docentes de Educación Física del Ineteb y del Skinner II (otro colegio oficial), los colegios no cuentan con zonas de esparci-miento ni canchas deportivas. Por eso dictan sus clases en la playa, lo cual es peligroso porque es una zona muy transitada por buses y motos. Los coordinadores académicos del Ineteb afirmaron que, por el incremento de estudiantes, necesitan ampliar su sede y construir un tercer plantel. De otro lado, el presidente de la “Asociación de padres de familia” del Ineteb, Alejandro Valiente, aseveró que en la sede del sector Villa Gloria, los 60 niños que cursan prescolar se mojan cada vez que llueve, porque el colegio, hecho en madera, tiene goteras. Los estudiantes del Skinner y del Ineteb, le piden a las autoridades más computadoras, balones y ventiladores o acondicionadores de aire para no cocinarse en los salones. “Boquilla” Herrera William Herrera Franco, más conocido como “Boquilla” Herrera, es sin duda uno de los personajes más populares e ilustres del corregi-miento. Nació hace 43 años en esta población y su vida entera se la ha dedicado al deporte de las “narices chatas”: el boxeo. “Fui boxeador aficionado y profesional. Representé a Bolívar en muchos torneos nacionales; y, como profesional, estuve clasificado en las cuatro entidades del boxeo mundial (A.M.B.; C.M.B.; F.I.B; O.M.B.) en la categoría pluma (126 libras)”, dice Herrera. Actualmente está dedicado a la enseñanza del boxeo como entrenador de la Liga desde 2002. Este año consiguió para Bolívar el título nacional en la categoría Infantil, en Sincelejo; y recientemente ocupó el segundo lugar en el Na-cional Junior llevado a cabo en San Antero (Córdoba). Es técnico en sistemas, y está estudiando sexto semestre de Licenciatura en Educación Física, en la Universidad de Pamplona. “La pido le pido a la Alcaldesa Judith Pinedo —afirma— que construya aquí un gimnasio de boxeo, porque los niños entrenan en unas condiciones muy lamentables. De La Boquilla han salido grandes campeones, y queremos un escenario digno para hacer nuestra labor”. ¡Qué peladero! No hay derecho para que La Boquilla, que ha producido grandes deportistas a través de la historia del deporte bolivarense, tenga un escena-rio en las condiciones en que se encuentra el campo de sóftbol y fútbol “Adan Pereira”. La cancha, el único sitio de esparcimiento de esta población, es un “peladero”; y la parte estructural del escenario presenta deterioro en las mallas, las graderías y los alrededores. Para colmo de males, le faltan camerinos para que los deportistas puedan ejercer en forma digna. “El arreglo del campo es la necesidad número uno, en cuanto al deporte y la recreación. Aquí hacemos campeonatos de sóftbol, fútbol y kickball; y tenemos proyectado hacer bate de tapita y bolita de caucho. Pero, como se puede ver, la cancha tiene un estado lamentable; y si no se arregla pronto, no podremos recrearnos”, aseguró Fidel Cardona, un dirigente que lleva más de 16 años liderando el deporte en La Boquilla. En esta población también hay una Escuela de Formación Deportiva del Ider dedicada a la formación integral de los niños, mientras que el Instituto Técnico Pesquero lidera un proceso para sacar atletas de alto nivel.