Córdoba celebra cumpleaños del grande y tropical: el Joe

Álvaro José Arroyo González nace en la encantadora ciudad de Cartagena, conocida como El Corralito de piedra, el 1º de noviembre del año de 1956. Fue bautizado por los muchachos del barrio como “El cantante del tarro” ya que cuando tenía 8 años Álvaro José vendía agua en galón o tarro y se la pasaba coreando canciones todas las tardes, mientras hacia este oficio para poder ayudar a su querida madre. Álvaro es hijo de Guillermo Arroyo, llamado El negro Chombo, nombre que le serviría para inspirarse y grabar más adelante una canción que se convertiría en éxito. Cantante de muchos géneros musicales como el son, el son montuno, la salsa, tropical, la cumbia y el chandé dejando un legado de estos géneros, únicos en su estilo, a los amantes de la música del Caribe. Desde la edad de 14 años demostraba que su carrera musical tenía mucho futuro, de acuerdo con su enorme talento y carisma. Álvaro hace su primera presentación en un colegio de la ciudad, allí lo conoció un profesor de piano y director del conjunto que tocaba en un prestigioso hotel a quién le impactó mucho su voz aguda y llena de son, de tal manera, que le hizo la oferta para ir a cantar a un grill de la ciudad, ubicado en la zona rosa de la heroica y le da el nombre de “Joe Arroyo”, nombre artístico que le serviría para su gloriosa carrera musical. Se convierte allí en ídolo del bajo mundo (prostitutas, vagabundos y bohemios). Sobre su voz, un crítico afirmaba: “Joe tiene un timbre y una tonalidad que podría ser la síntesis entre la guarachera de Cuba Celia Cruz y Joe Cuba”. DE LOS GRANDES Joe se da el lujo de juguetear con la escala cromática, saltando rápidamente de una nota alta a una nota baja y viceversa. Es cantante, compositor, arreglista e incluso ha inventado su propio ritmo que lo ha llamado el joeson. Su estilo musical es muy alegre, bailable y muy caribeño. Como todos los grandes del son y la salsa su sonido es inconfundible y único. Hace sus primeros pinitos como cantante profesional con pequeñas orquestas de las ciudades de Cartagena y Barranquilla. Posteriormente salta al portaestandarte complejo de la música caribeña con el gigante compositor, promotor, intérprete y director de orquesta colombiano, Julio Ernesto Estrada Rincón (Fruko), quien lo reclutara para que actuara con su famosa orquesta Fruko y sus tesos con la cual graba muchos clásicos. En la década de los setenta inicia en firme su carrera musical con esta orquesta y su estilo de salsa colombiana, salsa mezclada con mucho folclore colombiano. En esta orquesta, donde era la voz principal, alternando con Saoko y otros, comienza a cosechar muchos éxitos como cantante y también como compositor, grabando el tema “Tania”, como homenaje a su hija, convertido en un clásico de la década y hoy la escuchamos en todos sus conciertos, inspiración propia que lo ha llevado a la cima de la popularidad. Más tarde es contratado por la gran orquesta “The Latin Brothers”, con quién grabó muchos temas. En la década de los ochenta, Joe se enfrenta a un problema de salud y ve menguado su brillante carrera musical al punto que toda su hinchada y amantes de su música lo vieron al borde de la muerte. De un momento a otro se regó la noticia por toda la heroica: ¡El Joe murió, víctima de una sobredosis!, ésta cubrió los diarios nacionales e internacionales. Afortunadamente todo fue producto de la falta de investigación periodística y ni siquiera el propio Joe podía entender lo que ocurría. La decisión más contundente, y que es digno de admirar en una persona, es cuando toma una actitud de superación y echa a un lado todo tipo de perturbación y de desequilibrio para su vida y su salud. Joe volvió a exhibir su voz rítmica y sus prodigiosos sonidos similares a los pájaros, que distinguen sus canciones y que nos deleitan con sus ritmos. Posteriormente, se radica en la ciudad de Barranquilla, donde formó parte de la orquesta de Mickey. Con personalidad singular en las tarimas, muy auténtico, cantando siempre sin zapatos y con muchas argollas y cadenas de oro colgadas del cuello, llamaba la atención del público que le pedía más y más. GANA CONGO En el año de 1984 gana el primer Congo de Oro, el galardón que se le otorga a los mejores en el festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, uno de los eventos musicales más importantes del Caribe y Colombia. Desde entonces, Joe ha ganado muchos Congos, tantos que los organizadores tomaron la decisión de declararlo fuera de concurso y otorgarle el Súper Congo de Oro. Otro problema de salud, hipertiroidismo (aumento de las actividades y funciones secretoras de la glándula tiroides) que lo llevó a estado crítico, acentuado por los excesos (rumbas, dietas, cansancio y estrés), se apoderó de la salud del cantante y su peso llegó a ser de 42 kilos. Casi inmóvil permanecía acostado en un hospital de La Arenosa. Los galenos no creían lo que veían, aunque consciente, pasaba días y noches con fiebre que superaba los 40ºC y sin dejar de temblar y sudar continuamente. Un tratamiento con base en yodo radiactivo le evitó una cirugía de tiroides con la que posiblemente hubiera perdido la voz. Aún en estado de convalecencia le tocó cumplir un compromiso profesional, alternando con Óscar de León (el León de la salsa). Terminando éste, repetía una y otra vez: “No soy un fanático pero por toda esta experiencia me di cuenta de que existe un Ser Supremo, por eso digo que “A mi Dios todo le debo”, frase que le sirviera para grabar el tema que se escucha a diario convertido en un éxito. Es un cumbión en donde le da muchas gracias a Dios. Cuando se ganó el trofeo en el concurso mundial de la salsa en el Madison Square Garden de Nueva York el empresario Ralph Mercado, puertorriqueño ya fallecido, le advirtió: “Tienes que tocar sólo salsa, pues si sales con tus discos de verbenas carnavaleras te tiran latas vacías”. Joe salió con sus tres primeros temas salseros y el cuarto fue el cumbión sabrosón A mi Dios todo le debo y contrario a las predicciones de Mercado todo el coliseo cantó y bailó. La gente lloró y sacó pañuelos, fue objeto de una ovación y sacado en hombros por la puerta grande del famoso escenario.