Argentina no será ‘pan comido’ para Alemania como ya muchos piensan. La verdad no creo que sea así.
Ese 7-1 ante Brasil, lejos de cualquier pronóstico, no le da a los alemanes el rótulo de favoritos en la final que se disputará este domingo en el Maracaná. A mí se me antoja que es un duelo parejo.
Si Alemania llega convencido que paseará a Argentina en la final podría lamentar toda la vida su estado de sobrades.
Una cosa es golear al anfitrión, con su público pero sin equipo, y otra muy distinta medirse a una Argentina que muestra un trabajo interesante en su accionar.
El onceno de Alejandro Sabella puede ser tan táctico como el equipo alemán y eso reduce los riesgos de un abultado marcador en contra para los suramericanos.
Los gauchos entienden que si trabajan de forma ordenada, como lo han hecho hasta ahora, también pueden cubrirse de gloria, así sea por la mínima diferencia. Con un gol también se gana.
Fieles a su filosofía de juego de toda su historia, Argentina sigue siendo una selección batalladora en el terreno de juego, en donde deja la piel en procura de conseguir su propósito. Así ha jugado siempre y en el Mundial de Brasil no ha sido la excepción.
Los triunfos han sido construidos siendo un equipo solidario en defensa, fuerte en la recuperación del balón y muy rápido atacando por las bandas.
El modelo de juego de Argentina, que se basa en un fútbol práctico, está diseñado para dar resultados. Eso, en torneos cortos, es demasiado clave.
A todo esto hay que sumarle que cuentan con Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, que si bien es cierto hasta ahora realiza un torneo apenas aceptable (pese a que lleva cuatro goles), aún tiene 90 o 120 minutos para congraciarse con la gloria. Ojo con Lio, que puede frotar la lámpara y meterse la Copa en el bolsillo.
¿Los alemanes tienen un buen equipo?: sí, eso es verdad. También se puede afirmar que línea por línea lucen acoplados y que tienen una poderosa artillería. También eso es cierto. Pero de ahí a que Argentina sea ‘pan comido’, no creo...