¡Oh fiesta inmarcesible!, un júbilo que todavía retumba en Cartagena, en Bolívar y en todo un país, que ama a su Selección.
La lluvia que empezó a caer este domingo en Cartagena, desde tempranas horas, presagiaba un triunfo. El cielo lloraba de felicidad. A las 2:50 p.m., las calles de La Heroica estaban solitarias. Toda la gente se refugiaba en sus casas, se aglomeraban en las tiendas, bares, centros comerciales para ver el partido de Colombia, que buscaba hacer historia ante un rival de peso como Uruguay.
A las tres dejó de llover en Cartagena y... en Río de Janeiro rodó el balón. Adultos, mujeres, damas, niños y niñas, con la camiseta amarilla, unidos por una pasión se apostaban frente al televisor.
Nunca antes, una Selección había despertado tanta pasión y positivismo. Esta es una generación dorada, con jugadores brillantes. Colombia copó todos los espacios. Y apareció la magia de James para el primer gol, que alegró los corazones. Un grito que se escuchó en todo el globo terráqueo. Toda cartagena y Bolívar gritó el golazo.
En el segundo tiempo, volvió James y puso el 2-0. La locura colectiva. Ayer sí que Cartagena se gozó el triunfo, en paz, con alegría. Una victoria histórica que nos pone en los cuartos de final para enfrentar a Brasil.
