Miles de argentinos sufren penurias y complicaciones en su vida cotidiana debido a reiterados cortes de energía eléctrica en los hogares y comercios, en medio de una histórica ola de calor que afecta Buenos Aires y gran parte del país.
Personas que bajan y suben escaleras en edificios de 20 o 30 pisos, hombres y mujeres cargando baldes llenos de agua para paliar la urgencia, grupos reunidos en las veredas como antaño, abanicos improvisados y muchas quejas, conforman una postal de la ciudad de Buenos Aires, en un tórrido inicio del verano.
Con picos de 37 y 38 grados centígrados y temperaturas que no dan respiro ni de noche ya que no bajan de los 28 o 29 grados, desde hace más de 15 días, los argentinos marcaron récords de demanda de energía, con un pico de 24.000 megavatios el lunes 23 de diciembre, según las autoridades.
"Argentina se encuentra atravesando la mayor ola de calor histórica de los últimos 43 años batiendo todos los récords de consumo eléctrico y como en cualquier sistema energético del mundo ante una situación similar surgen, a partir de solicitaciones extremas del servicio, inconvenientes e interrupción en el mismo", dijo el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) renovó este sábado por quinto día consecutivo el alerta roja por las altas temperaturas en la ciudad de Buenos Aires, que conforma junto a su periferia el mayor conglomerado urbano del país con casi 13 millones de habitantes.
El alerta roja se refiere a "casos excepcionales de ola de calor y que pueden afectar a personas saludables y no sólo a grupos de riesgo", aclara el SMN.
Solidaridad entre vecinos
En un pasillo de una casa baja de varios departamentos en planta en el barrio porteño de Boeso, Carlos Moreno, un boliviano de 55 años, le muestra a su vecina, madre de una hija de 9 años, cómo conectar un cable externo con un alargue hasta la luz común para que "al menos pueda conectar la heladera (frigorífico)".
A diferencia de otros que dependen de tanques de agua que se alimentan con bombas eléctricas, en estas casas, el corte de energía que se prolonga por 20 horas no afectó el suministro de agua corriente.
Lo más grave fue tirar leche y unas carnes que estaban en el congelador esperando la cena de Año Nuevo, entre otros productos que no resistieron el calor, cuenta Moreno, jubilado por un serio problema en la columna vertebral.
A unos 500 metros de allí, centenares de personas afectadas por un corte de energía desde hace 11 días, según denunciaron, sobreviven pese a la falta de luz, agua y ascensor en un conjunto de torres de más de 20 pisos, donde hubo que acudir a los bomberos para rescatar una anciana que no podía bajar.
Allí, como en numerosas esquinas donde en la noche reina la oscuridad, los vecinos cortan el tránsito para llamar la atención de autoridades y empresas.
El gobierno responsabiliza a las distribuidoras de electricidad Edenor y Edesur, que abastecen la capital y su periferia.
"Me tuve que ir a bañar a lo de mi mamá, mi marido que está peleado con ella se fue al club", contó a la AFP Marina Goldsmith, que intentó dormir junto a su esposo en el pequeño balcón del quinto piso donde viven en el barrio de Belgrano, al norte de la ciudad, para "poder respirar".
Aunque los piquetes no suelen ser violentos, en la víspera de Navidad un policía de civil mató de dos disparos a un vecino que protestaba en el barrio de Flores por la falta de luz y le bloqueaba el acceso a su casa.
Otros montaron mesas navideñas en la calle para compartir entre vecinos como un paliativo a la bronca, la indignación o la resignación de miles de usuarios.
Pérdidas millonarias
Unos 50.000 comercios fueron afectados por los cortes de energía, dijo este sábado Rubén Manusovich, titular de Fedecámaras (federación de cámaras de comercio de Argentina) al canal Todo Noticias.
El dirigente que reclamó al gobierno que intervenga las empresas distribuidoras, estimó las pérdidas "en 500 millones de pesos (77 millones de dólares) para los comercios y mil millones de pesos para los particulares".
El calor, en cambio, hace la felicidad de los turistas que colman las playas de la costa Atlántica y los ríos del país en el inicio de las vacaciones estivales.
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